Por Rebeca Reynaud
Lope Félix de Vega Carpio nació en Madrid en 1562. Fue un niño superdotado, a los cinco años ya domina el latín. Este poeta “es el mito más grande y más firme en la Literatura española”, al acercarnos a Lope, “debemos llevar por admitido el supuesto de que Lope es lo excepcional, lo impar, lo fenomenal” (Federico C. Sainz de Robles, Lope de Vega, Espasa-Calpe, p. 9 y 11).
En ninguno otro genio español como en Lope de Vega se concentró y se reconcentró el ambiente español contemporáneo para fluir luego, desde Lope, con un tono y con un sabor definitivamente doctorados para siempre en la mejor solera de la hispanidad. Otros escritores reflejan muy bien su época, pero sin modificar sus características. Lope las atrapó, las tamizó por su temperamento y las derramó ya como lopeizadas; lujo que sólo él podía permitirse.
La necesidad española de 1562 era la de nacionalizarse. Esta obra imponente la llevaron a cabo el rey Felipe II y Lope de Vega. “Aquél volvió a España a sí misma políticamente. Lope la volvió poéticamente. Cada pueblo vice de su política y de su poética, de nada más. Lo que no es acción, es anhelo” (ídem p. 19). Lope exaltó las probabilidades. El rey gobernó las ásperas realidades; para ambos carecía de importancia cuanto palpitaba fuera de las fronteras españolas.
Desde niño, Lope versificaba. Si su padre le llamaba la atención, le respondía en verso. Tal fue la facilidad que tuvo Lope de expresarse en verso que creemos a pie juntillo que lo natural en él era vivir y desvivirse versificando, hasta el punto de enojarle la prosa, de costarle prosificar el mismo esfuerzo. A los 25 años era ya famoso y, probablemente, el mejor poeta dramático de España.
Su teoría teatral aparece en “Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo” (1609); es un discurso en verso dirigido a la Academia de Madrid, es una revolución literaria ya que supone una nueva estética. Mezcla tragedia y comedia, y agrega entremeses y bailes. Antes de él, en la tragedia entraban sólo personajes de la nobleza y, en la comedia, personajes del pueblo. Lope hace que entren ambos estratos. Lope ve que las obras dramáticas no tienen una estructura; él pone planteamiento, nudo y desenlace. Observa que España necesita una expresión popular que refleje los vicios y las virtudes, y que una lo culto y lo popular. Su poética consiste en dar gusto al pueblo. Su teatro es nacional, en él entran personajes como el rey, la dama, el vasallo, el enamorado, etc.
Lope equilibra el lenguaje. Hacía teatro para todos con un alto nivel artístico. A su teatro se le llama “teatro de enredos” o de “capa y espada”. Toca temas tales como el amor, la honra, los celos e historias personales.
Lope transformaba en poesía todo cuanto tocaba y cuanto no tocaba, siempre que lo viviese. Esto quizás lo ignoraron sus contemporáneos, pero hoy nos damos perfecta cuenta de ello. No ya sólo la obra literaria de Lope es poesía, sino igualmente su existencia.
Lope fue el más grande poeta barroco, y nadie ignora que el barroquismo y el romanticismo –como movimiento literario de rebeldía contra lo clásico: Renacimiento o Neoclasicismo- tiene unas formas muy parecidas de expresión. Lo barroco va contra lo reglado, contra lo recalcado, contra lo rígido, lo frío y lo concreto. Lo barroco y lo romántico son lo impreciso, lo diverso, lo tumultuoso, lo sorprendente, lo furtivo, lo exorbitante (cfr. Ibidem p. 358).
Lope adoptó los metros y estrofas italianas, ansioso de renovar y de enriquecer al parnaso nacional. Además, Lope revaloró la copla, el romance, el villancico, las redondillas, la canción…
Escribía tantas comedias en verso y tan bien escritas que Cervantes dijo de él que era “monstruo de la naturaleza”. Fue el más aclamado de los dramaturgos. Moliere le copió algunas obras de teatro. Cuando necesitaba dinero, Lope era capaz de escribir una obra de teatro en menos de 24 horas. Era tan famoso en Madrid que para alabar cualquier cosa decían “¡está lope!”, como ahora decimos: Está padre o está fantástica”.
Lope de Vega fallece en Madrid a la edad de 73 años, en 1635. Además de genial escritor fue militar y secretario, tuvo tiempo para vivir siempre enamorado y era fácil que las damas se rindieran a sus pies por las poesías que les dedicaba. Una estrofa de ellas dice: A los ojos de una maja/ mi alma entera se rendía. / Más con mi lecho de paja/ ¿qué fortuna yo ofrecía?






