León XIV ha advertido que estamos absortos en muchas actividades que no siempre nos satisfacen. El hecho de hacer demasiado, “en lugar de darnos plenitud, se convierte en un vórtice que nos aturde”. En cambio, ha asegurado el Santo Padre, leer la vida bajo el signo de la Pascua, “significa encontrar el acceso a la esencia de la persona humana, a nuestro corazón”.
Por Rocio Lancho García – Vatican News
El Papa León XIV, durante la catequesis de la audiencia general de este miércoles 17 de diciembre, ha asegurado que el verdadero tesoro se conserva “en el corazón”, “no en las cajas fuertes de la tierra”, “no en las grandes inversiones financieras, hoy más que nunca enloquecidas e injustamente concentradas, idolatradas al precio sangriento de millones de vidas humanas y de la devastación de la creación de Dios”.
El tesoro de amar al prójimo
Asimismo, ha subrayado que el auténtico destino del corazón no consiste “en la posesión de los bienes de este mundo”, sino en “alcanzar lo que puede colmarlo plenamente, es decir, el amor de Dios, o, mejor dicho, Dios Amor”. Y este tesoro solo se encuentra “amando al prójimo que se encuentra en el camino”, es decir, “hermanos y hermanas de carne y hueso, cuya presencia interpela e interroga a nuestro corazón, llamándolo a abrirse y a donarse”. El Pontífice ha asegurado que el prójimo te pide “ralentizar, mirarlo a los ojos, a veces cambiar de planes, tal vez incluso cambiar de dirección”.
Con los fieles presentes en la plaza de San Pedro, el Santo Padre ha reflexionado sobre la Pascua como destino del corazón inquieto. De este modo, León XIV ha observado que hoy en día se exige en todas partes “rapidez para obtener resultados óptimos en los ámbitos más diversos” y se ha preguntado si, cuando participemos en la victoria de Jesús sobre la muerte, descansaremos. “La fe nos dice que sí, que descansaremos. No estaremos inactivos, sino que entraremos en el descanso de Dios, que es paz y alegría”, ha explicado.
El corazón símbolo de nuestra humanidad
Estamos absortos – ha asegurado – en muchas actividades que no siempre nos satisfacen. “Muchas de nuestras acciones tienen que ver con cosas prácticas, concretas”, ha añadido el Santo Padre. Por eso, León XIV ha recordado que también Jesús “se involucró con las personas y con la vida, sin escatimar esfuerzos, sino entregándose hasta el final”.
Sin embargo, tal y como ha señalado, sucede que a menudo percibimos que “el hecho de hacer demasiado”, “en lugar de darnos plenitud, se convierte en un vórtice que nos aturde, nos quita la serenidad, nos impide vivir mejor lo que es realmente importante para nuestra vida”. Y sintiéndonos cansados e insatisfechos, “el tiempo parece dispersarse en mil cosas prácticas que, sin embargo, no resuelven el significado último de nuestra existencia”, ha advertido.
Al respecto ha lamentado que a veces, al final de días llenos de actividades, “se sienten vacíos” porque “nosotros no somos máquinas, tenemos un ‘corazón’”, es más, podemos decir que “somos un corazón”. El corazón – ha afirmado León XIV – es el símbolo de toda nuestra humanidad, la síntesis de pensamientos, sentimientos y deseos, el centro invisible de nuestras personas.
El corazón inquieto
El Obispo de Roma ha querido subrayar la importancia de reflexionar sobre estos aspectos porque “en los numerosos compromisos que afrontamos continuamente”, aflora cada vez más “el riesgo de la dispersión, a veces de la desesperación, de la falta de sentido, incluso en personas aparentemente exitosas”. En cambio, leer la vida bajo el signo de la Pascua, “significa encontrar el acceso a la esencia de la persona humana, a nuestro corazón: cor inquietum”.
Con este adjetivo “inquieto”, san Agustín nos hace comprender “el impulso del ser humano que tiende a su plena realización”, ha aseverado el Papa.
La inquietud – ha proseguido León XIV – es la señal de que nuestro corazón no se mueve al azar, de forma desordenada, sin un fin o una meta, sino que está orientado hacia su destino último, el de “volver a casa”.
Finalmente, el Papa ha aseverado que “el secreto del movimiento del corazón humano” es “volver a la fuente de su ser, disfrutar del gozo que no termina, que no decepciona”. El corazón humano – ha precisado – no puede vivir sin esperar, sin saber que está hecho para la plenitud, no para el vacío.
De este modo, ha afirmado que Jesucristo “ha dado un fundamento sólido a esta esperanza”. Por esta razón, el corazón inquieto “no se sentirá defraudado si entra en el dinamismo del amor para el que ha sido creado”. Para concluir, el Pontífice ha subrayado que “el destino es seguro, la vida venció y en Cristo seguirá venciendo en cada muerte de lo cotidiano”.
Saludo a los enfermos en el Aula Pablo VI
Antes de salir a la plaza de San Pedro, el Papa León XIV saludó a un grupo de enfermos en el Aula Pablo VI. “Estamos ya cerca de la fiesta de Navidad y queremos pedir al Señor que la alegría de este tiempo de Navidad nos acompañe a todos: a vuestras familias, a vuestros seres queridos, y que estéis siempre en las manos del Señor con la confianza, con el amor que solo Dios nos puede dar”, ha dicho el Pontífice a los presentes, antes de darles la bendición y de saludarles uno a uno personalmente.





