Por P. Fernando Pascual
El 1 de enero de 2001 empezaba un siglo y un milenio. Ese día el mundo era prácticamente idéntico a como lo era el 31 de diciembre de 2000. Pero con la magia de los años, sentíamos que iniciaba algo nuevo que se construía desde los cimientos del siglo XX, y que se habría con esperanzas y temores hacia lo que el futuro pudiera depararnos.
Han pasado 25 años. Un cuarto de siglo es un periodo pequeño frente a la milenaria historia humana. Sin embargo, esos años dan la ocasión para una mirada que busque comprender algunos eventos que han tenido especial incidencia en lo que llevamos de siglo XXI.
Como es obvio, esa mirada no puede abarcar un número enorme de acontecimientos, algunos de gran importancia pero que han dejado poco espacio en la memoria. De todos modos, recogemos algunos de esos acontecimientos que consideramos de gran importancia en este milenio que inicia.
El año 2001 quedó marcado por los atentados aéreos en Estados Unidos (el tristemente día conocido como 11-S). El país más poderoso del mundo descubrió su vulnerabilidad, y reaccionó con una serie de decisiones que marcaron los primeros años de nuestro siglo: las guerras de Afganistán y de Irak, y el incremento (que se dio en muchos otros países) de las medidas de seguridad y de control.
El año 2008 estalló una crisis económica que tuvo un influjo enorme no solo a nivel de los gobiernos, sino en la vida concreta de millones de seres humanos. Esa crisis sirvió para recordar lo frágil que es todo lo humano, también en el mundo de la banca y de las finanzas.
El desarrollo tecnológico se aceleró en formas inimaginables, sea con el inmenso crecimiento de Internet, sea con el boom de importantes empresas en el mundo digital y de las compras, sea con el desarrollo de teléfonos móviles cada vez más sofisticados, sea con la así llamada “inteligencia artificial”.
No faltaron desastres naturales y enfermedades que nos ayudaron a tomar conciencia de nuestras fragilidades físicas. El tsunami del 26 de diciembre de 2004 y, sobre todo, la pandemia de Covid-19 (iniciada a finales de 2019) incidieron sea en la memoria, sea en la vida concreta de casi todos los seres humanos.
Junto a las guerras desencadenadas tras el 11-S, hubo otros importantes conflictos, en Asia (Siria, por ejemplo) y en África (Libia y Sudán, entre otros), y uno que sorprendió a Europa: la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que tuvo su inicio en febrero de 2022, si bien con raíces en otros acontecimientos en los años anteriores (por ejemplo, en la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014).
Por lo que se refiere a las dinámicas sociales, en algunos países de Occidente, especialmente en Europa, y también en China, existe una crisis demográfica debida a la baja natalidad y al aumento continuo de la población de mayores de 65 años. Otras zonas, sobre todo de África, mantienen un fuerte crecimiento demográfico. Los desplazamientos migratorios, que se producen de modo especial desde el sur hacia el norte, no son fácilmente analizables por las oportunidades que ofrecen y por las tensiones que se generan en algunos países receptores, ante no pocas dificultades que surgen cuando se busca una integración armoniosa entre personas de culturas a veces muy diferentes entre sí.
El aborto sigue siendo un fenómeno que provoca la muerte injusta de millones de hijos antes de nacer. Junto a ese fenómeno, en estos primeros años del siglo XXI avanza la eutanasia, ya legalizada en pocos países durante el siglo XX, y que recibe ahora nuevos apoyos en algunos países de Europa y de América.
En la vida de la Iglesia, estos 25 años han visto la sucesión de 4 papas: Juan Pablo II (fallecido en abril de 2005), Benedicto XVI (2005-2013), Francisco (2013-2025), y León XIV. Fue un periodo de numerosas iniciativas, con años especiales dedicados al sacerdocio o a san Pablo, con un jubileo extraordinario de la misericordia (2015-2016), y con importantes encíclicas y documentos del magisterio pontificio. El jubileo ordinario de 2025 implicó un momento de renovación para los católicos del mundo entero, sea por acontecimientos tan importantes como la muerte de un papa y la elección de un nuevo papa, sea por las mismas actividades jubilares, en Roma y en todo el mundo.
La mirada no puede limitarse a los grandes acontecimientos. Cada uno, a nivel personal, puede recordar los eventos más destacados de este primer cuarto de siglo, a nivel personal, familiar, laboral, y en otros ámbitos de la propia vida. También en el campo espiritual, es posible hacer memoria de la acción de Dios en este inicio de siglo.
El siglo XXI sigue su camino. No sabemos lo que puede deparar el futuro de los próximos años, con las incertezas y las guerras que siguen amenazando a millones de seres humanos. Pero confiamos en que la acción de Dios en la historia humana será decisiva para que muchos corazones se abran al amor, dejen el pecado, y se comprometan en la tarea de una evangelización que hoy, como en cada periodo de la historia, sigue siendo el centro de la vida y misión de la Iglesia.
Imagen de Aynur Zakirov en Pixabay





