El padre Youssef Matta, un monje maronita que vive en el Monasterio de San Marón en Annaya —hogar de la tumba de San Charbel Makhlouf—, explica la importancia de la visita del Papa León XIV al lugar de descanso de este santo, venerado por diversas religiones.

Por Isabella H. de Carvalho – Vatican News

En la región de Monte Líbano, en Jbeil, encaramado en la cima de una colina a 1200 metros de altitud, desde donde se puede ver a lo lejos el mar Mediterráneo, se encuentra el Monasterio de San Marón en Annaya, lugar de descanso de San Charbel Makhlouf.

Este monje y ermitaño maronita libanés vivió de 1828 a 1898 y llevó una vida de ascetismo extremo y devoción a Dios. Hoy en día, es conocido por numerosas curaciones milagrosas atribuidas a su intercesión, lo que le ha valido la veneración no solo de cristianos y católicos, sino también de musulmanes y personas de otras confesiones.

Millones de personas visitan su lugar de descanso cada año, y ahora, por primera vez, también lo hace un Papa. En la segunda etapa de su viaje apostólico que lo lleva a Líbano, el Papa León XIV rezó ante la tumba de San Charbel el 1 de diciembre.

Para el padre Youssef Matta, uno de los 16 monjes maronitas que viven en el Monasterio, la visita del Papa «invoca la curación de las divisiones y la corrupción, transformando la esperanza de curación física de San Charbel en esperanza de curación» para Líbano como nación, pero también para Oriente Medio y el mundo entero y sus diversos conflictos.

Este santo, continuó, es «un símbolo de solidaridad y de fortalecimiento de la coexistencia interreligiosa libanesa» y la visita del Papa es «un reconocimiento histórico del papel de San Charbel en el mundo y un poderoso mensaje de apoyo y esperanza para un país en crisis».

«El obrador de milagros para la humanidad»

El padre Matta explicó que hay dos razones principales para el «encanto interreligioso» de San Charbel. La primera son las numerosas curaciones milagrosas atribuidas a su intercesión, que son «percibidas como una intervención divina que no hace distinción entre cristianos y musulmanes», enfatizó el padre Matta.

«El resultado concreto es que la gracia trasciende la doctrina específica. Él es el obrador de milagros para la humanidad, y no le importa tanto la religión en sentido estricto».

De hecho, los milagros comenzaron a ocurrir a los pocos meses de su muerte en 1898, cuando varios monjes afirmaron haber visto su tumba iluminada por luces no naturales. Más tarde, fue abierta y su cuerpo fue encontrado incorrupto y exudando sangre y agua. Lentamente, su reputación de santidad comenzó a extenderse, y luego Pablo VI lo beatificó y canonizó en 1965 y 1977, respectivamente.

Una vida vivida en reclusión estando cerca de Dios

La segunda razón de su popularidad es «su ascetismo, su vida como ermitaño, en la pobreza y con una devoción total a Dios», enfatizó el padre Matta.

San Charbel se unió a la Orden Maronita Libanesa en 1851, profesó sus votos de obediencia, pobreza y castidad en el Monasterio de San Marón en 1853 y luego fue ordenado en 1859. Después de 16 años de vivir en el Monasterio con los otros religiosos, se convirtió en ermitaño y permaneció en la ermita durante 23 años hasta su muerte en 1898, en Nochebuena.

El padre Matta explicó que San Charbel se centró en la oración y el trabajo, que es «un ideal de pureza espiritual venerado en todas las tradiciones religiosas orientales —cristiana, islámica, drusa— e incluso no orientales».

San Charbel «trasciende las divisiones religiosas» y «representa un raro punto de contacto y esperanza común para todas las denominaciones libanesas», destacó el padre Matta.

De hecho, dado el difícil contexto al que se enfrenta Líbano debido a las sucesivas crisis y conflictos que han asolado la nación en las últimas décadas, «San Charbel transmite esperanza, representando la confianza en la ayuda de lo alto cuando las soluciones terrenales fracasan», insistió.

«Es un raro símbolo de coexistencia y paz, que demuestra que la fuerza espiritual puede unir a las diferentes religiones que la política divide».

La visita del Papa demuestra que Líbano no ha sido abandonado

El hecho de que el Papa León XIV sea ahora el primer Papa en visitar la tumba de San Charbel es motivo de «gran alegría y orgullo en Líbano», subrayó el padre Matta. Su oración en el lugar de descanso de este santo «transmite esperanza trascendente. Muestra que Líbano no ha sido abandonado, que hay una fuerza divina que va más allá de la política y es capaz de resolver crisis».

La visita «comunica unidad espiritual», continuó. «La oración de Su Santidad exalta a San Charbel como símbolo de coexistencia, ya que es venerado por todas las religiones. Refuerza el papel de Líbano como tierra de diálogo y paz entre todas las religiones».

 


 

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