Glosa a la Carta Apostólica “Diseñar Nuevos Mapas de Esperanza” del Papa León XIV con ocasión del LX Aniversario de la Declaración Conciliar “Gravissimum Educationis” del Concilio Vaticano Segundo

I

  1. Educar al ser humano es asunto de extrema importancia y actualidad. Para la Iglesia no es una actividad accesoria, sino el tejido mismo de la evangelización, que lo convierte en relación, convivencia y cultura. La educación católica, es integral: perfecciona al hombre en su triple relación: con Dios en el culto, con el semejante en cultura y con la creación en el cultivo respetuoso. (1.1).
  2. Nuestro entorno educativo es complejo, fragmentario y digitalizado. Urge recuperar la “cosmogonía de la paideia cristiana” que, a través de los siglos, supo “hacer nuevas todas las cosas” (Ap 21,5) con la fuerza renovadora del Evangelio. (1.2).
  3. El patrimonio cultural y educativo está a la vista y a disposición de todos, para quien quiera servirse de él. La “emergencia educativa”, ¿cómo no sentir la urgencia de un nuevo compromiso: La educación ha sido para la Iglesia una altísima expresión de la caridad cristiana”. El mundo necesita de esperanza. (1.3).

II

4.La historia de la salvación católica es la historia de la acción del Espíritu que nos lleva a la verdad completa y nos educa en la libertad. Los carismas y estilos educativos responden a las numerosas facetas de la imagen de Dios en los humanos y generan así una variedad que enriquece y embellece a la sociedad con sano pluralismo cultural. (2.1).

5.La fuente originaria de la sabiduría cristiana está en la Biblia, verdadera biblioteca que asimila variedad de culturas, que llega a su cumbre en el Evangelio en el mundo greco-romano y de allí se ha encarnado, tomando lo mejor de la riqueza sapiencial de todos los pueblos que la acogen. En este maravilloso intercambio cultural y espiritual, la divina Revelación (la Fe) y la humana sabiduría (la Razón) se encontraron en diálogo estrecho y fecundo, que produjo encarnación del Espíritu y elevación de la mente en un enriquecimiento que hace de un ser humano un hijo de Dios: Un cristiano. (2.2).

6.Esta riqueza la comparte la Iglesia por medio de “congregaciones” religiosas de numerosas maneras e innovaciones pedagógicas y socialmente visionarias que pone a disposición de entidades y gobiernos abiertos a la trascendencia y con visión integral del hombre, es decir, un “humanismo cristiano”. Merecen citarse Jesuitas, Salesianos, Escolapios, Maristas y numerosas mujeres valientes que abrieron caminos para las niñas, los migrantes y en general para los pobres entre mil dificultades de gobiernos ideologizados, violadores de los derechos de los padres de familia para elegir la educación de preferencia para sus hijos. “Esta generosidad atestigua que en la Iglesia, la pedagogía nunca es teoría desencadenada, sino carne, pasión e historia. (2.3).

III

7.La comunidad educativa es un “nosotros” en el que el docente, el estudiante, la familia, el personal administrativo y de servicio, los pastores y la sociedad civil convergen para generar vida. Nadie educa solo, sino en “coro”, conjugando individuos y comunidad, familia y sociedad, inteligencia y corazón, razón y fe, superando el individualismo autorreferencial y empobrecedor. (3.1).

8.La universidad, “nacida del corazón de la Iglesia”, nació con el propósito de acercar docentes y discentes y, plantados en el corazón de la comunidad, generar conocimiento y progreso para todos; pues “todo ser humano es capaz de la verdad, pero el camino es más soportable cuando avanza con ayuda de los demás”. La canonización de Henry Newman y su nombramiento como Doctor de la Iglesia es un ejemplo fehaciente de este acierto y un ejemplo a seguir. Cuando la Universidad recupere este ideal será “el florecer del ser…, es cuidar el alma” como refería Platón. Es también un “oficio de promesas” de unir fe y razón, técnica y arte, ciencia y humanismo, progreso y esperanza, hombre con Dios, su meta final (3.2).

IV

  1. La educación es un derecho de todos y la familia la primera escuela de humanidad. La iglesia, evangelizando crea cultura, y está llamada a proclamar este respeto a la dignidad humana para enriquece a la sociedad, porque toda ideología empobrece la cultura y mata la diversidad. (4.1).
  2. “La formación cristiana abarca toda la persona humana: espiritual, intelectual, afectiva, social, corporal. Conjuga lo manual con lo teórico, ciencia y humanismo, técnica y conciencia, ética con profesionalidad. Se mide, no por la eficiencia sino por la dignidad, la justicia y el servicio al bien común. Es un humanismo integral. No hay otro. (4.2).

V

  1. El objetivo de la educación católica no es posesionarse de la Verdad sin aprender, compartiendo, a conocer y afrontar los problemas siempre diferentes, con nuevos sueños y renovado entusiasmo, sabiendo que somos hijos, no huérfanos, siempre en fraternidad. Dios educó a Abraham invitándolo a poner los pies en la tierra y mirar a las estrellas del cielo. La educación no es solo transmisión de contenidos, sino aprendizaje de virtudes. Implica formar ciudadanos capaces de servir y creyentes de testificar su fe. Es un largo y paciente caminar, pasos firmes y caídas, tras el “pionero y consumador de nuestra fe, Jesús”. (5.1).
  2. Ser maestros es una altísima dignidad y responsabilidad que va más allá del contrato laboral. Su testimonio avala su enseñanza. Es decisiva su formación pedagógica, científica, cultural y espiritual. La actualización ahora es asunto de nunca acabar. Es empeño vital. (5.2).

13.La familia es y seguirá siendo el primer lugar educativo. La escuela católica colabora con los padres, no los sustituye, como tampoco en las cuestiones de fe. La “alianza educativa” adquiere intencionalidad, escucha y corresponsabilidad. Es un esfuerzo que se transforma en bendición. (5.3).

VI

14.La Iglesia reconoce y recomienda el principio de “subsidiaridad” también en el campo educativo, sin perjuicio de la primicia de los padres. Así, las responsabilidades recaen tanto en los padres como en el Estado, respetando éste los valores morales, religiosos y de formación de recta conciencia, evitando la subordinación al mercado laboral y al de las finanzas. (6,1).

15.Con cita del Papa Francisco, decimos a los jóvenes: “sean protagonistas de una nueva coreografía que ponga en el centro la persona humana; sean coreógrafos de la danza de la vida” (03/08/2023). La fe, cuando es verdadera, no es una “materia” añadida, sino el aliento que oxigena todas las demás materias. Es levadura que hace crecer, supera reduccionismos y abre a la responsabilidad social. (6.2).

VII

  1. El haber sido formados del “barro” de la tierra nos dice que la naturaleza toda está en nuestros orígenes y que es, por tanto, fuente primaria de inspiración y contemplación. Dos libros nos hablan de Dios, la Biblia y la Creación. En esa carne de Cristo quedó redimida y transformada en materia glorificada. La creación participa de la gloria de su Hacedor y es fuente segura de esperanza. (7.1).
  2. Cuando la creación sufre depredación y violencia, los pobres sufren más. La educación católica no puede callar. A la justicia social debe unir la justicia ambiental. Debe educar las conciencias para elegir no sólo lo conveniente, sino lo justo. La alfabetización debe ser cultural y moral. (7.2).
  3. La educación ecológica no es solo técnica, sino virtuosa, que involucre la mente, el corazón y las manos: hábitos buenos de sobriedad, moderación y austeridad. Evitar el desperdicio y la contaminación. Con gestos pequeños de benevolencia seremos artesanos de paz. (7,3).

VIII

  1. La verdad no suele gustar, sobre todo a los poderosos. Nuestra patria es un ejemplo singular y notable, cuyos frutos estamos cosechando. Sin embargo, el mundo católico es una red viva y plural: escuelas, colegios, universidades, institutos superiores, centros de formación, movimientos, plataformas digitales, voluntariados, y cada “estrella” tiene su propio brillo que, en comunión fraterna, iluminan un cielo de verdad y de amor: Los maestros y educadores católicos en este firmamento brillan con singular esplendor. (8.1).

20.Las diferencias metodológicas no son lastre sino riqueza; reflejan la pluralidad y vitalidad del Espíritu (carismas). Él nos enseña, si somos dóciles, a la cooperación y mayor fruto entre profesores, estudiantes, proyectos, cooperación intelectual y misionera. La pluralidad actual también nos pide crecer juntos. (8.2).

21.Esto mismo debe buscarse respecto a las instituciones educativas católicas y las escuelas de corte civil, de autoridades políticas y sectores productivos. La educación integral es necesariamente de interés público. La teoría exige una libertad de espíritu, responsabilidad compartida y un aprecio por la verdad. Mucho puede ayudar en esta tarea la presencia de laicos, religiosos, familias y estudiantes. Lo mismo dígase especto a otras religiones. (8.3).

IX

22.La iglesia está a favor de la actualización y renovación de métodos y lenguaje en la tarea educativa. El entorno digital pone a prueba esta oferta, salvando siempre la dignidad y servicio a la persona, de modo que la tecnología no empobrezca las relaciones y a las comunidades. No debe confundirse el “eficientismo” con el progreso. (9.1).

23.Sin alma la educación se torna un desierto espiritual, que empobrece a la persona y a la comunidad. Debe favorecerse la didáctica activa, el aprendizaje de servicio y la ciudadana responsable. Evitar la “tecnofobia” y saber apreciar el progreso tecnológico como don de Dios. La tecnología está contemplada en el plan salvífico del Creador, aunque sin tener poder de acceder al campo de la poesía, la ironía, el amor, el arte, la imaginación y la alegría del corazón. (9.2).

  1. El punto clave no es la tecnología sino el uso que hacemos de ella. Debe orientarse a la protección de la persona humana, a su dignidad, el trabajo y a la justicia social. La reflexión teológica y filosófica debe acompañar a su desarrollo y uso. Las universidades católicas deben ejercer una “diaconía de la cultura”. Dios es un Dios moral y exige un uso responsable de sus dones y de la creación. Eso es lo que llamamos “sabiduría” cristiana. Una educación deficiente y cerrada a la trascendencia, defrauda las potencialidades de la imagen divina en el hombre hacia el Bien, la Verdad y la Belleza. (9.3).

X

25.El pacto Educativo Global que propuso el Papa Francisco y que recibe como herencia gozosa el Papa León, invita a formar una alianza y una red para educar en la fraternidad universal. Consta de siete caminos:

1) Poner a la persona en el centro; 2) escuchar a los niños y a los jóvenes; 3) promover la dignidad y la plena participación de las mujeres; 4) reconocer a la familia como primera educadora; 5) abrirse a la acogida y a la inclusión; 6) renovar, con sentido humano y de servicio la política y la economía; 7) cuidar la casa común. La acogida ha sido generosa. (10.1).

  1. Pero, los cambios rápidos y profundos exigen potenciar esta iniciativa, inaugurando una pedagogía que hable al corazón de las nuevas generaciones, recomponiendo el saber con el sentir, la competencia con la responsabilidad y la fe con la vida. Los carismas e instituciones educativas deben componer una “Constelación Educativa Global” unitaria y luminosa que oriente los pasos en la oscuridad que nos envuelve. (10.2).
  2. El Papa León XIV añade tres prioridades educativas: 1) El silencio indispensable para la vida interior, espiritual, para poder hablar con Dios. Así se forma la conciencia. 2) El uso sabio de la tecnología: lo humano es primero. El algoritmo, la AI y toda la técnica, útiles todas, vienen después. 3) El uso “desarmado” del lenguaje. El católico tiende puentes no levanta muros ni tiene enemigos. Es artífice de paz. De la paz que Cristo nos dejó. (10.3).
  3. La red educativa católica forma una constelación única en el mundo y ésta exige calidad y valentía. Calidad en su pedagogía, en sus docentes y en su gobernanza, y Valentía para superar obstáculos y adversidades y poder dar preferencia a los pobres y apoyar a las familias con becas y con políticas inclusivas que superen el indoctrinamiento ideológico y abrir caminos de libertad y de fraternidad. La “estandarización” mata la imaginación y el amor. (10.4).

XI

29.Los frutos obtenidos son dones del Espíritu a la tarea educativa de la Iglesia que, a la vez, se convierten en retos nuevos como lo marcan los signos de los tiempos. Pensemos en crear “nuevas constelaciones” compartiendo maravillas y despertares y revisando métodos sin perder la fidelidad al Evangelio. Es verdad que la “hiperdigitalización” fragmenta la atención, el diálogo puede herir la psiqué y las inseguridades pueden apagar el entusiasmo. Aquí, la educación católica, debe ser faro luminoso y no refugio, ser un laboratorio de discernimiento y de creatividad, en una palabra, un testimonio profético de nuevos caminos de esperanza. El Evangelio es siempre prospectivo. (11.1).

30.Amante de la paz desde su primer saludo, el Papa León pide a las comunidades educativas: desarmar las palabras y levantar la mirada, custodiar el corazón porque la educación no crece con polémicas sino con mansedumbre, con la mirada hacia el cielo, como Abraham, sabiendo qué y quién nos espera, y custodiando el corazón y la persona antes que el título o el programa. No desperdiciar el tiempo porque es de Dios y se va con Él. Con el Papa Francisco nos dice: “Deben brillar como estrellas en el mundo, manteniendo en alto la palabra de vida” (Fil 2,15-16). (11.2).

31.El Papa León se despide: “Encomiendo este camino a la Virgen María, Sedes sapientiae, y a todos los Santos educadores: y a todos los educadores y educandos: “Sean servidores de la esperanza, investigadores incansables de la sabiduría, artífices creíbles de expresiones de belleza. Menos etiquetas, más historias; menos contraposiciones estériles, más sinfonía en el Espíritu. Entonces nuestra constelación no sólo brillará, sino que orientará: hacía la verdad que libera (Jn 8,32), hacia la fraternidad que consolida la justicia (Mt 23, 8), hacia la esperanza que no defrauda” (Rm 5,5). (11.3).

Nota final: Estás notas fueron escritas -glosadas- para acercar la Carta Apostólica del Papa León XIV a educadores, a padres de familia y a educandos. Siempre queda pendiente el deber de recurrir al original, al magisterio pontificio.

 “Los maestros brillarán como brilla el firmamento, y los que enseñan a otros la verdad, resplandecerán como estrellas por la eternidad” (Dn. 12,3).

Santiago de Querétaro, Qro., 23 de Noviembre de 2025, Solemnidad de Cristo Rey

+ Mario De Gasperín Gasperín
Obispo emérito de Querétaro

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 14 de diciembre de 2025 No. 1588

 


 

Por favor, síguenos y comparte: