Este domingo, bajo el lema «¡Familia, vive la alegría de la fe!», se realizó en El Vaticano la Jornada de la Familia. Su Santidad, el Papa Francisco presidió la Santa Misa ante miles de fieles y peregrinos de todo el mundo llegados a Roma en el marco de la Peregrinación de las Familias a la tumba de San Pedro.

En la homilía, el Papa reflexionó sobre el pasaje conocido como «el publicano y el fariseo» y destacó tres aspectos: la oración, la fe y la alegría en familia. Francisco resaltó los dos modos de orar que aparecen en el pasaje citado: uno falso –el del fariseo– y el otro auténtico –el del publicano: «El fariseo encarna la actitud del que no manifiesta la acción de gracias a Dios: se siente justo, se siente en orden, y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal».

Después cuestionó: «¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se hace? Pero si se hace como el publicano, es claro: humildemente, delante de Dios. Cada uno con humildad se deja mirar por el Señor y pide su bondad, que venga a nosotros. Pero, en familia, ¿cómo se hace? Porque parece que la oración sea algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo, en familia… Sí, es verdad, pero es también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios, ¡como el publicano! Y todas las familias, tienen necesidad de Dios: todas, ¡todas! Necesidad de su ayuda, de su fuerza, de su bendición, de su misericordia, de su perdón. Y se requiere sencillez. ¡Para rezar en familia se requiere sencillez! Rezar juntos el “Padre nuestro”, alrededor de la mesa, no es una cosa extraordinaria: es fácil. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y también rezar el uno por el otro: el marido por la mujer, la mujer por el marido, ambos por los hijos, los hijos por los padres, por los abuelos… Rezar el uno por el otro. Esto es orar en familia, y esto hace fuerte a la familia: la oración».

Recordó el Papa que la familia que ora, la familia que conserva la fe, es una familia que vive la alegría. Por esto el exhortó a las familias del mundo a vivir siempre con fe y simplicidad, como la Sagrada Familia de Nazaret.

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