Por Francisco Xavier Sánchez, sacerdote /

El defensor de los Derechos humanos, católico practicante, e indígena chiapaneco Alberto Patishtán, saldrá libre en estos días después de haber pasado 13 años de su vida encarcelado. Preso por “delitos” que él no cometió y por los cual fue sentenciado a 60 años de reclusión. La inocencia del Profesor Patishtán ha sido demostrada por diversos organismos internacionales y  nacionales (Amnistía Internacional y Centro Fray Bartolomé de las Casas, entre otros). Sin embargo las pruebas claras y contundentes de su inocencia no fueron suficientes para que los jueces le otorgaran su libertad inmediata, y se necesitó de mucho tiempo, presión social, y finalmente un decreto presidencial, como en los mejores –o más bien dicho peores– tiempos del imperio romano, cuando el Cesar, levantando o volteando su dedito decidía sobre la suerte de los prisioneros. ¿Hasta dónde hemos llegado en México en materia de justicia? Escribo estas líneas con pena, tristeza y vergüenza, por lo que sucede ahora en mi país en materia de justicia.

Brevemente recuerdo que el activista y militante por la dignidad de los indígenas, el Profesor Alberto Patishtán, fue uno de los principales críticos del presidente del municipio de Simojovel (El Bosque), en Chiapas, Manuel Gómez Ruíz. Persona corrupta conocida por desviar recursos públicos para sus fines personales. El día 12 de Junio del 2000 hubo una emboscada en el Municipio y resultaron 7 personas muertas y 2 heridas. Una de las cuales, el hijo del presidente municipal que perdió el sentido durante el ataque, posteriormente en el hospital declaró que el Prof. Patishtán había sido el causante de ese ataque. Algunos días después, y sin orden de aprehensión, fue detenido y encarcelado acusado de homicidio, portación de armas de fuego y otros delitos, cuando en realidad su único “delito” consistió en exigir justicia y denunciar la corrupción en su municipio. Inmediatamente grupos de apoyo demostraron que ese día él ni siquiera estuvo en ese lugar, ya que está comprobado que ese día y a esa hora él se encontraba en una reunión del magisterio en otra parte.

De Junio del 2000 a Octubre del 2013 en prisión. Más de trece años pasados injustamente en la cárcel. Tiempo que él aprovechó para dar cursos de alfabetización a los prisioneros, además de que fue nombrado por su obispo “ministro de pastoral penitenciaria” y siguió ejerciendo su ministerio de la comunión. Un hombre de fe y de fortaleza que nos anima no sólo a los cristianos, sino a la población en general a luchar por un país justo.

Patishtán motivo de orgullo nacional ¿pero los jueces y políticos involucrados en su caso? Son personas cínicas, prostitutos del poder (y que me perdonen las mujeres que venden sus cuerpos por necesidad), que venden su dignidad y están asfixiando a la población mexicana con su corrupción. ¿Cómo es posible que se libere en un dos por tres al narcotraficante Caro Quintero, a los paramilitares asesinos en Acteal, o a la secuestradora Florence Cassez (por “errores” de procedimiento judicial) y se tenga en prisión a un hombre justo por más de 13 años?

Ser cristiano, y sin ir más lejos ser un ser humano autentico (creyente o no) es vivir dignamente. Por ahora en México compartimos nuestro territorio con “pseudo-seres humanos”. Bestias del poder ya sean narcotraficantes, secuestradores, políticos y magistrados, que lo único que buscan es el dinero a como de lugar. ¿Qué hacer? Por lo pronto no dejarnos envenenar, contagiar, por su brutalidad. A la banalidad del mal, de la que hablaba Hannah Arendt en los años 50s, debemos oponer la extraordinaria fuerza del Bien. No seamos cómplices de los ladrones y políticos mexicanos que buscan desmoralizarnos para poder manejarnos a su antojo.

 

Por favor, síguenos y comparte: