AGENDA INTERNACIONAL | Por Georg EICKHOFF

Niños, un millón 400 mil niños, serán muy probablemente las primeras víctimas mortales de la hambruna que, en estos meses, se avecina en Nigeria, Sudán del Sur, Somalia y Yemen, para mencionar los casos más alarmantes de un total de 45 naciones en el mundo con amenaza de hambre.

20 millones de personas están en peligro de muerte en las cuatro naciones mencionadas. Las hambrunas, en África, son predecibles y evitables, pero, por negligencia de instituciones nacionales e internacionales, acontecen de todas formas. La hambruna africana del año 2017 será la peor en más de 30 años.

En África, se necesitan entre cinco y seis mil millones de dólares para salvar 20 millones de vidas. No es una cifra que sobrepase las capacidades inmediatas de las naciones industrializadas.

Una forma muy eficiente de ayudar es la entrega de dinero en efectivo. La medida recuerda al consejo del Papa Francisco de dar a quien pide en la calle, sin preguntar cómo gastará lo poquito.

Estudios demuestran que, en condiciones de hambruna, la entrega de comida y agua puede ser menos eficiente que la entrega de dinero. Regalar comida puede causar daños estructurales a largo plazo.

Quién se está muriendo por hambre, muy probablemente gastará en comida. Al poner dinero en circulación, se crean estructuras de inversión, transporte y comercio que valen más que unos puntos donde se regalan productos que hacen competencia a la endeble economía local.

Programas que manejan efectivo tienen la ventaja de ser muy flexibles. Podrían adaptarse a las necesidades del momento con gran rapidez, como en Yemen, Somalia y en el Noreste de Nigeria donde ya están implementados.

Mucho más hace falta, en la nación más joven del planeta, en Sudán del Sur, independizado del Sudán en 2011, donde la guerra civil ha creado además una gran crisis de refugiados. Faltan instituciones públicas que podrían reaccionar a los grandes retos de todo tipo. Las iglesias juegan un rol importante.

Por ello, el Papa Francisco ha declarado, el pasado 27 de febrero, que está estudiando si actualmente hay condiciones de seguridad para viajar muy pronto a Sudán del Sur. Explicó que los obispos locales – católicos, anglicanos y presbiterianos – le habían pedido venir, y por qué no en compañía del máximo representante de la iglesia anglicana, el Arzobispo de Canterbury Justin Welby.

Sin duda hace falta una gran alianza ecuménica contra la hambruna, mucho más allá de las iglesias. El sistema mundial de alerta temprana contra hambrunas financiado por el gobierno norteamericano (Famine Early Warning Systems Network, www.fews.net) alerta que nunca en la historia, la muerte por hambre amenazó a tantas personas en el mundo como en 2017.

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