AGENDA INTERNACIONAL | Por Georg EICKHOFF |

En política, un ataque desmedido y a destiempo puede beneficiar al atacado. Esto parece ser el caso de Donald Tusk y su partido Plataforma Cívica, en Polonia. En las encuestas de las últimas semanas, este partido dio un salto de casi 10 puntos. En alguna medición logró, con 31%, ponerse incluso por delante del partido gobernante Ley y Justicia que bajó a 29% de la intención de voto.

Donald Tusk había sido el primer jefe de gobierno reelecto en Polonia, desde el derrumbe del comunismo. Logró navegar su país en medio de la crisis financiera mundial de 2008. En esta época, Polonia fue el único país de la Unión Europea que no dejó de crecer año tras año.

De esta manera, el gobierno de Tusk se extendió de 2007 a 2014. Después fue electo Presidente del Consejo Europeo, la reunión de los jefes de gobierno de esta entidad.

Tusk, quien habla alemán con fluidez, tiene afinidad política y una buena amistad personal con Angela Merkel. Sus enemigos lo retratan como un empleado de la mujer más poderosa de Europa y del mundo.

Hace dos meses, en marzo de 2017, Tusk fue reelecto como Presidente del Consejo Europeo con los votos de 27 de los 28 países miembro. El único voto en contra vino de su propio país.

El jefe del partido de gobierno Jaroslaw Kaczynski lo ataca con furor e insistencia. Lo acusa de ser el responsable de la muerte de su hermano gemelo Lech, entonces Presidente de Polonia, fallecido en un accidente de avión en abril de 2010.

Los jefes de gobierno de la Unión Europea tuvieron poca comprensión por el ataque visceral contra Tusk. Desde el inicio del actual gobierno ultraconservador y antieuropeo, habían manifestado su preocupación por el deterioro de la democracia en Polonia expresada principalmente en la neutralización del tribunal constitucional.

Hace un año, en mayo de 2016, la ciudad de Varsovia había visto la mayor manifestación popular contra un gobierno en Polonia, desde los días del movimiento Solidarnosc que derrumbó al comunismo.

A manera de aniversario, el partido de Tusk convocó nuevamente a manifestarse para este 6 de mayo. Participaron pocas personas, pero esto no quita que la oposición polaca esté en auge y que se empiece a especular si el mismo Tusk puede llegar a la Presidencia de la República o nuevamente a la jefatura de gobierno que, en Polonia, es el cargo de más poder.

Normalmente, el ascenso al liderazgo de la Unión Europea significa dejar la política nacional atrás y no volver a desempeñar cargos en su propio país. Tusk podría ser un fenómeno europeo de nuevo cuño que, después de desempeñar uno de los más altos cargos en Bruselas, vuelva a gobernar en su propio país. Sería también un símbolo importante para la superación de los populismos que amenazan Europa y el mundo.

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