El Papa Francisco concedió una larga entrevista a La Civiltà Cattolica, una publicación de los jesuitas en Italia, que ha salido a la luz este 19 de septiembre. La entrevista es fruto de tres amplios coloquios y más de seis horas de charla con Antonio Spadaro, director de de la revista, durante el mes de agosto en la Casa de Santa Marta.
«Soy un pecador»
A lo largo de la conversación, el Papa habla con absoluta franqueza de sí mismo, de sus gustos literarios y artísticos (Dostoyevski y Holderlin, Borges y Cervantes, Caravaggio y Chagall, pero también el Fellini de “La Strada”, Rossellini, “El festín de Babette”, Mozart y el Wagner de “La tetralogía”) de su experiencia en la Compañía de Jesús y como arzobispo de Buenos Aires y para, definirse dice: «No sé cuál puede ser la respuesta exacta… Yo soy un pecador. Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador».
Curar las heridas
Para el Papa la necesidad primaria de la Iglesia actual es tener la «capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental (…). La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primero: ‘¡Jesucristo te ha salvado!» Y para ello «el pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios ‘clérigos de despacho’ (…). En lugar de ser solamente una Iglesia que acoge y recibe, manteniendo sus puertas abiertas, busquemos más bien ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos, capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta, hacia el que se marchó de ella, hacia el indiferente».
Dios acompaña a todas las personas
Refiriéndose a cuestiones complejas como la homosexualidad o los casos de divorciados católicos que se han vuelto a casar, insiste en la necesidad de «tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí -afirma- entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia».
El Papa añade que «las enseñanzas de la Iglesia, sean dogmáticas o morales, no son todas equivalentes” y que “una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado un conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente …Tenemos que encontrar un nuevo equilibrio (…). La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante. Solo de esa propuesta surgen luego las consecuencias morales».
Reflexionando sobre el papel de la mujer en la Iglesia reitera: «En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino….Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia».
La entrevista completa (en casi 30 páginas) se puede ver aquí