Conversación con el padre Alfonso Tapia Duarte, biblista. Segunda y última parte.

Por Gilberto Hernández García

¿Goza de «buena salud» la pastoral Bíblica en la Iglesia?

Sí. Y esto es fruto de la renovación del Concilio Vaticano II, con la Constitución dogmática Dei Verbum; ahí la misma Iglesia reconoce el tesoro grande que es la Sagrada Escritura como transmisora de la Revelación de Dios y que el mismo Concilio ha pedido que la Escritura se haga accesible a los fieles, puesto que ella es el alma de la teología y de la evangelización; por eso se incrementaron en las diócesis, en las parroquias los círculos bíblicos o la lectio divina, o cursos acerca de la Palabra de Dios, que los mismos fieles tienen gran disposición para ello.

Lo que hace falta en las parroquias es capacitar más agentes para que estén al frente de las pequeñas comunidades cuyo centro sea verdaderamente la Sagrada Escritura.

Hoy se habla, más que de una pastoral bíblica, de la animación bíblica de la pastoral, ¿qué avances representa este «giro»?

Es un giro muy atinado, sabio, porque lo que se venía denominando (pastoral bíblica) era algo separado, independiente del resto de la acción pastoral. Al hablar hoy de la animación bíblica de la pastoral es tomar conciencia de lo que ya ha dicho el Concilio: que la Biblia, por una parte, debe ser el alma de la teología; y por su parte el Documento Puebla dice que la Escritura debe ser el alma de toda evangelización. Contiene la Palabra de Dios, la transmite y, como es portadora de vida, tiene que animar toda la pastoral de la Iglesia

Yo concibo la pastoral como las acciones que realiza la Iglesia, de manera formal o no tan formal, con una sola intención: hacer que llegue la vida de Dios al hombre. Si la Palabra de Dios es palabra de vida es la que debe animar todo tipo de acción de la Iglesia.

¿Qué pueden aportar las Sagradas Escrituras a los hombres y las mujeres de nuestra época?

El hombre de hoy no debe olvidar que está llamado a trascenderse y un camino seguro e infalible es a través del encuentro con la Palabra de Dios, porque Dios en persona sale al encuentro con la intención de hacerlo participe de su propia vida. De esta manera el hombre moderno podría superar la carencia de significado que sigue siendo muy notoria; superar esa sensación de estar en situación de angustia, desorientado ante el fracaso de tantas ideologías y políticas, y que va a encontrar una base firme en la Palabra.  No debe tener miedo, debe abrir su corazón y su mente y ahí va a encontrar un tesoro  eterno, que le ayudará para su vida presente y futura.

¿Cómo acercar la riqueza que entraña la Biblia al ser humano posmoderno, globalizado, «tecnologizado»?

Partiría de la misma experiencia del ser humano, con una característica que lo distingue de los demás seres: el don de la palabra, con su función primordial de comunicación, el diálogo. La sociedad contemporánea, a pesar de todos los progresos que se han dado en la tecnología, en la digitalización, en la imagen, en el fondo busca algo más, que es precisamente la propia interioridad, la palabra brota de lo interior.

Habría que proponer un encuentro con Aquél que es la Palabra y que se hizo hombre para estar con nosotros. Sabemos que la Palabra de Dios no es, en absoluto, ajena a la realidad humana y a la vez a Dios le interesa todo lo humano. Por eso encontramos en la Biblia variedad de experiencias humanas, desde lo que es la maldad, el pecado, el vicio, peo también cómo el hombre es capaz de salir de esa situación para buscar la paz, el bien, el recto camino.

Hay jóvenes que cuando van descubriendo la riqueza de la Palabra la buscan, tal vez ya no tanto en el libro, pero sí en la Internet, en las aplicaciones del celular u otro tipo de medios. Veo un movimiento positivo en la juventud, en general, que muestran un interés por la Palabra de Dios.

¿Qué pistas sugiere a las personas que desean encontrarse con Dios en la Biblia?

Sugeriría, en primer lugar, que se leyera sin prisas los Evangelios, de manera especial el de San Marcos, puesto que es el más antiguo y sirve como fuente para los otros dos sinópticos. Segundo: que tuviera el gusto de leer al gran apóstol San Pablo, quien nos ofrece una gran riqueza por su aportación teológica, a partir de reflexionar sobre la misma realidad, sobre el hombre, y sobre las mismas comunidades con sus diversos problemas y retos que, salvaguardando la distancia cronológica de sus escritos, la mayoría de sus afirmaciones siguen teniendo gran valor.

De manera especial que lea como continuación, sin interrupción el Evangelio de Lucas y los Hechos de los apóstoles, la obra lucana; para que, a partir de ahí, descubra el gran dinamismo de la Palabra de Dios a través de la Iglesia, anunciadora del evangelio, que saliendo de la localidad de Palestina,  atraviesa Asia menor para introducirse en Europa y encontrarse con  nuevas culturas.

Finalmente deberá ir al Antiguo Testamento, porque ya lleva toda una luz, la de Cristo, la del Evangelio, la de la Iglesia y entonces podría comprender más el Antiguo Testamento.

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