La realidad padecida por los niños y niñas que se ven obligados a obviar su niñez con todo lo que ello implica, para dedicarse al trabajo, no es desconocida por la Iglesia. Recientemente, el Papa Francisco hizo un fuerte llamado a la comunidad internacional para poner fin a esas situaciones.

Fue en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se celebró en junio pasado, que el Sumo Pontífice puso una particular atención a la escandalosa realidad de la explotación de los niños en el trabajo doméstico, que lamentablemente sucede en los países más pobres. El Papa pidió a la Comunidad Internacional que tome medidas más eficaces para hacer frente a «esta auténtica plaga»».

En aquella ocasión Francisco insistió en que «son millones los menores sobre todo niñas, víctimas de esta forma oculta de explotación que conlleva a menudo también abusos, maltrato y discriminación. Y calificó la situación como «una verdadera esclavitud»

El obispo de Roma dijo que todos los niños «tienen que poder jugar, estudiar, rezar y crecer en su propia familia, en un ambiente armonioso, de amor y de serenidad. Es su derecho y nuestro deber».

Al hablar de los adultos que explotan de diversas formas a los niños y niñas, sentenció: «Esta gente, en vez de dejarlos jugar, los hace esclavos: esto es una plaga. Una infancia serena permite a los niños mirar con confianza hacia la vida y el futuro. ¡Ay, del que sofoca en ellos el impulso gozoso de la esperanza!».

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