Por Alejandro Mayo Serpa, Cuba /
En la mañana del sábado 28 de septiembre, en la parroquia La Milagrosa, en la diócesis de Matanzas, las Religiosas del Apostolado del Sagrado Corazón de Jesús, en Cuba comúnmente llamadas Apostolinas, conmemoraron el centenario de la pascua de su fundador, el padre Valentino Salinero, sj: un sacerdote ejemplar que dejó en este mundo la preciosa presencia de unas “pequeñas apóstoles”.
No fue una simple elección el lugar escogido para esta ocasión de encuentro. La parroquia y Casa Diocesana La Milagrosa fue el primer lugar en Cuba donde vivieron las hermanas Apostolinas, después de una prolongada, triste y obligada ausencia, y donde luego permanecieron 20 años. Asimismo, no fue algo obvio la celebración de la Eucaristía, pues las hermanas habían expresado con énfasis que no había mejor manera de conmemorar esta jornada que dentro de la fiesta mayor de los cristianos.
La Misa estuvo presidida por el obispo de la diócesis, Mons. Manuel de Céspedes, acompañado de los sacerdotes José Agustín Zamora, párroco de La Milagrosa; Luciano Rivera, ocd; y Lester Zayas, op. Varios fieles de otras diócesis y, por supuesto, los de la comunidad parroquial acompañaron a las hermanas con alegría y devoción.
Fundada en Cuba en diciembre de 1891, esta congregación comenzó desde entonces a difundir por nuestras tierras su hermoso carisma de dar a conocer el Corazón de Jesús a través de sus vidas, y a llevar a cabo su misión en la educación y la evangelización. Fundaron casas y colegios en varias ciudades cubanas: Cienfuegos, Caibarién, La Habana, Matanzas, Sancti Spiritus, Sagua la Grande, Cárdenas. En 1961, viendo que el gobierno cubano las había despojado de todos sus colegios, y evaluando las escasas posibilidades de tener lugares donde vivir y servir, las Apostolinas se vieron forzadas a tomar la decisión de salir de Cuba.
En 1988, gracias a Dios y al empeño siempre del obispo Mariano Vivanco, regresaron las hermanas Apostolinas a Cuba, y comenzaron una nueva etapa en su servicio a la Iglesia en nuestra isla, esta vez en la diócesis de Matanzas, en la Casa Diocesana La milagrosa. Pasado algún tiempo, fundaron una casa en Los Arabos, también en la diócesis matancera. Y años más tarde, pudieron tener una casa en La Habana gracias a la generosidad y la gratitud de una antigua alumna.
Concluida la Misa en aquella mañana, las Apostolinas compartieron un tiempo de fraternidad y de gratitud en el Señor, acompañadas de varias personas que, entre tantas otras, agradecemos el regalo de su presencia.