El Papa Francisco ha reflexionado esta mañana en la Capilla de Casa Santa Marta sobre la cuestión del soborno, esa «costumbre mundana y muy pecadora» que no viene de Dios. Además exhortó a rezar por los niños y jóvenes que reciben de sus padres el «pan sucio», producto de la corrupción, porque también estos tienen hambre, sobre todo de dignidad.

El Papa habló de este tema a partir de la parábola del administrador deshonesto y calificó al soborno como «espíritu del mundo, de la mundanidad» y señaló «cómo actúa esta mundanidad y lo peligrosa que es”. Jesús «rezaba al Padre para que sus discípulos no cayeran en la mundanidad».

«Cuando nosotros pensamos en nuestros enemigos, pensamos verdaderamente en el demonio, porque es el que nos hace daño. La atmósfera, el estilo de vida le gusta mucho al demonio y esta mundanidad: vivir según los valores –entre comillas- del mundo. Y este administrador es un ejemplo de mundanidad. Alguno de vosotros puede decir: ‘Pero, este hombre hizo lo que hacen todos’. ¡No todos, no! Algunos administradores, administradores de empresas, administradores públicos; algunos administradores de gobierno… Quizás no son tantos. Pero es un poco la actitud del camino más corto, más cómodo para ganarse la vida».

El Papa hizo notar que en la parábola, el patrón admira al administrador deshonesto por su inteligencia:  «¡Es una alabanza al soborno! Y la costumbre del soborno es una costumbre mundana y muy pecadora. Es una costumbre que no viene de Dios: ¡Dios nos ha mandado traer el pan a casa con nuestro trabajo honrado! Y este hombre, el administrador lo hacía, ¿pero cómo? Daba de comer a sus hijos un pan sucio. Y sus hijos, quizás educados en colegios caros, quizás creciendo en ambientes cultos, habían recibido de su papá como comida la inmundicia, porque su papá trayendo pan sucio a casa ¡había perdido la dignidad! ¡Este es un pecado grave porque se comienza quizás con un pequeño sobre, pero es como la droga».

Por tanto, afirma el Papa, la costumbre del soborno se convierte en una dependencia. Pero si hay una «astucia mundana», prosigue el Papa Francisco, también hay una «astucia cristiana, hacer las cosas con picardía… no con el espíritu del mundo, sino honradamente. Es lo que Jesús nos dice cuando nos invita a ser astutos como serpientes y sencillos como palomas: unir estas dos dimensiones es una gracia del Espíritu Santo».

«Quizás hoy nos haría bien rezar por los niños y jóvenes que reciben de sus padres un pan sucio: también estos tienen hambre, ¡tienen hambre de dignidad!». «Rezar para que el Señor cambie los corazones de estos devotos del dios soborno y se den cuenta de que la dignidad viene del trabajo digno, del trabajo honesto, del trabajo de todos los días y no de estos caminos más fáciles que al final te quitan todo. Y después termina como aquel otro del Evangelio que tenía tantos graneros, muchos almacenes repletos y que no sabía que hacer con ellos: ‘Esta noche morirás’, le dijo el Señor. Esta pobre gente que ha perdido la dignidad con la práctica de los sobornos, no se lleva consigo el dinero que ha ganado, ¡sino la falta de dignidad!. Recemos por ellos».

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