Este miércoles el Papa Francisco ha centrado su catequesis sobre «la resurrección de la carne», con la que concluye el ciclo dedicado al Credo, con motivo del Año de la Fe, recién clausurado.

En la Audiencia General de los miércoles, en una Plaza de San Pedro abarrotada por miles de fieles de Roma y peregrinos provenientes de todo el mundo, el Santo Padre cuestionó: ¿Qué significa «morir en Cristo»?  Y a continuación explicó el sentido cristiano de la muerte y la importancia de prepararse bien “para morir en Cristo”.

Francisco señaló que «para quien vive como si Dios no existiese, la muerte es una amenaza constante, porque supone el final del mundo presente». Sin embargo, este deseo de vida dentro de nosotros es más fuerte incluso que el miedo a la muerte, que nos dice que no es posible que todo se quede en nada. «La respuesta cierta a esta sed de vida es la esperanza en la resurrección futura».

Para ser capaces de aceptar el momento último de la existencia con confianza, como abandono total en las manos del Padre, necesitamos prepararnos, insistió el Pontífice, y la mejor forma de disponernos a una buena muerte es «mirar cara a cara las llagas corporales y espirituales de Cristo en los más débiles y necesitados, con los que Él se identificó, para mantener vivo y ardiente el deseo de ver un día cara a cara las llagas transfiguradas del Señor resucitado.»

Antes del inicio de la audiencia general, el Papa encontró en el aula Pablo VI a un grupo de 50 niñas que padecen el síndrome de Rett, acompañadas por sus familiares. El síndrome de Rett es una patología progresiva del desarrollo neurológico que afecta casi exclusivamente a niñas. Francisco ha saludado y acariciado con afecto a estas pequeñas, una por una. El breve pero intenso encuentro ha concluido con el rezo de un Ave María y la bendición final.

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