Gilberto Hernández García, enviado |

El Papa Francisco dirigió un mensaje videograbado a los participantes en el Encuentro-Peregrinación Continental “Nuestra Señora de Guadalupe, Estrella de la Nueva Evangelización en el Continente Americano”, que está teniendo lugar en la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México.

En el mensaje, el Papa ha vuelto a insistir en la necesidad de salir de la propia comunidad y atreverse a llegar a las periferias existenciales que necesitan sentir la cercanía de Dios: “Él no abandona a nadie y siempre muestra su ternura y su misericordia inagotables, pues esto es lo que hay que llevar a toda la gente”.

Francisco señaló que la Asamblea General del Episcopado Latinoamericano, celebrado en  Aparecida hace 6 años, puso a la Iglesia latinoamericana en estado permanente de misión, sin embargo, dijo, eso es más que simples actos misioneros: “en el contexto más amplio de una misionariedad generalizada: que toda la actividad habitual de las iglesias particulares tengan un carácter misionero y esto en la certeza de que la salida misionera, más que una actividad entre otras es paradigma, es decir, es el paradigma de toda la acción pastoral”.

“Es vital para la Iglesia no encerrarse, no sentirse ya satisfecha y segura con lo que ha logrado. Si sucediera esto, la Iglesia se enferma, se enferma de abundancia imaginaria”, dijo enfático Francisco. Y abundó que la tarea evangelizadora supone mucha paciencia, mucha paciencia, cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña.

El Obispo de Roma, al dirigirse a los Obispos, quienes, dijo, son los que dirigen la pastoral, fue incisivo al decirles que “la actitud del verdadero pastor no es la del príncipe o la del mero funcionario atento principalmente a lo disciplinar, a lo reglamentario, a los mecanismos organizativos”, sino que debe favorecer y lograr “el encuentro con Jesucristo y el encuentro con los hermanos. El pueblo de Dios que se le confía necesita que el Obispo vele por Él cuidando sobre todo aquello que lo mantiene unido y promueve la esperanza en los corazones”.

A los sacerdotes les invitó a no caer en la tentación del clericalismo “que tanto daño hace a la Iglesia en América Latina”, porque “es un obstáculo para que se desarrolle la madurez y la responsabilidad cristiana de buena parte del laicado”: “El clericalismo entraña una postura auto-referencial, una postura de grupo, que empobrece la proyección hacia el encuentro del Señor, que nos hace discípulos y hacia el encuentro con los hombres que esperan el anuncio”.

A los religiosos y religiosas los exhortó a seguir adelante “en esta fidelidad creativa al carisma recibido para servir a la Iglesia”. Motivó a todos los participantes a compartir el tesoro de la fe recibido en el Bautismo, que no es de uso personal, sino para transmitirlo. “si hacen esto, no se extrañen de que en pleno invierno florezcan rosas de Castilla. Porque saben, tanto Jesús como nosotros, tenemos la misma Madre”.

 

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