Por Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco |

En los umbrales de la gran fiesta cristiana de la Navidad, los fieles católicos vivimos en un ambiente celebrativo porque el nacimiento de Jesús de Nazareth genera un cambio radical en la historia humana. Nos hemos preparado durante las cuatro semanas del tiempo de Adviento para estar en las mejores condiciones de recibir al Mesías Jesucristo. Al actualizar en la Navidad el hecho de que Dios se haya hecho hombre tiene una gran trascendencia, no solo para los que creemos en él, sino para toda la humanidad y para el cosmos entero. Dios se ha hecho carne de nuestra carne, se ha hecho tan humano como nosotros, asumiendo nuestra situación de fragilidad y la pesada sombra del pecado que nos ha deteriorado desde dentro.

Ante una humanidad herida por el misterio del Mal, que se manifiesta de manera multiforme, Navidad es la celebración de la humanización de Dios, que renueva el verdadero rostro de la humanidad. Por la fe, reconocemos nuestra necesidad de ser más humanos cada día y de humanizar nuestra sociedad, tan deteriorada por los más atroces signos de inhumanidad. La pobreza extrema en la que viven cientos de miles de guerrerenses, las manifestaciones de violencia, sobre todo las más crueles como el secuestro, la tortura y el homicidio, muestran una sociedad hondamente herida, necesitada de calidad humana. De hecho, la excesiva violencia que se ha generado en nuestros pueblos ha derivado en efectos enfermizos que disminuyen las capacidades de las personas. Muchas personas viven traumatizadas, con miedo y desconfianza, con rabia y con ánimos de venganza. Estos signos nos desafían a considerarlos en toda su gravedad y nos piden atenderlos con los cuidados psicosociales, médicos y espirituales que sean necesarios.

Jesús, es el hombre más plenamente humano que la historia recuerde y nos propone en el Evangelio una vida digna e íntegra. Jesús nos muestra el rostro maduro del ser humano que se ha desarrollado en todas sus capacidades. Y Navidad es la oportunidad que se nos da para humanizarnos mediante el Evangelio y para construir una sociedad más humana, capaz de cultivar los valores de la justicia, la libertad y la paz.

Por favor, síguenos y comparte: