Por Justo López Melús, sacerdote (+) |

Un maestro oriental indicaba un día a sus discípulos las fases por las que había pasado en búsqueda de Dios. «Primero Dios me condujo al país de la Acción. Después me llevó al país de la Aflicción, para purificar mi corazón de todo afecto desordenado. Luego estuve en el país del Amor y sus ardientes llamas consumieron lo que me quedaba de egoísmo. Más tarde llegué al país del Silencio, donde se me desvelaron los misterios de la vida y de la muerte».

«¿Esa fue la fase final?», le preguntaron los discípulos. «No», respondió el maestro. «Un día me dijo Dios: hoy voy a llevarte al altar más escondido del templo, al mismo corazón de Dios. Y fui conducido al país de la Alegría». Esto recuerda el grito de los ángeles a los pastores: ‘Les anunciamos un Gran Gozo, les ha nacido el Salvador’. Y a la Virgen María la llamamos en las letanías Causa de nuestra Alegría.

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