El sábado pasado la Basílica lució un aspecto que, para algunos, se antojaba extraño: cientos de rockeros llegaron a los pies de la Morenita del Tepeyac. Con vivas a la Virgen y sentidas canciones como ésta, una larga columna integrada por guitarristas del asfalto, músicos del rock mexicano y toda la familia rocanrolera, procedentes de diferentes estados de la República, llegó al santuario mariano para agradecer y pedir por la salud, tener amor y mucho trabajo.
Esta peregrinación nació de una manda prometida a la Virgen de Guadalupe, por el joven Juan José Angeles Torres, por la salud de su hija nacida con parálisis cerebral. Para cumplirla invitó a sus compañeros guitarristas del asfalto y después a la familia rocanrolera. “De ahí nace la invitación a todos y se fueron sumando los grupos y cada año se van sumando más grupos y familia rocanrolera (…). Todos somos más unidos ahora. (La Virgen de Guadalupe) nos une a todos los mexicanos”.
En su 12 peregrinación, el Pbro. Alejandro Ortiz Hernández, les explicó que «Dios está realmente preocupado por nosotros y todos los días nos da pruebas del amor y misericordia que nos tiene, por eso no debemos distraernos con todo lo que el mundo nos anda ofreciendo». Por eso les invitó a saber elegir lo mejor, a prever las consecuencias de las decisiones, y ver más allá de lo superficial, de lo que nos exige menos, pues la libertad y no es para hacernos daño ni a los demás, sino para hacer lo mejor, y esto es lo que nos ofrece Dios, porque El, en su infinita sabiduría, siempre nos va a poner enfrente lo mejor.
“Los invito a que haciendo un voto por Dios, y así como escuchamos los consejos de los amigos y de la gente que se preocupa por nosotros y nos quiere, le demos un poco de confianza a lo que Dios nos ofrece, porque Dios nunca nos va a defraudar a decepcionar, Dios nunca se va a olvidar de sus promesas”. Más adelante les dijo: “¡Familia rocanrolera, tenemos que trabajar mucho!”
Reconoció que nuestra sociedad etiqueta a las personas y eso solamente provoca división, por ello los invitó a trabajar “para que se tenga una perspectiva diferente de todos nosotros, y podamos dar testimonio (cristiano)”. El que nos guste o no esta música, señaló, “no quiere decir que seamos malos, o irresponsables o gente en quien no se pueda confiar (…). Tenemos gente muy buena (…)”. Podemos dar lo mejor de nosotros a favor de los demás y eso le va a dar mucho gusto a la Santísima Virgen, que este sea nuestro compromiso y que el próximo año podamos decirle “Lo que te prometí lo pude lograr”, para construir un México mejor, una sociedad y una familia rocanrolera casa vez más unida.
En la Oración Universal se hicieron plegarias porque en cada uno de los hogares reine el amor de Dios y la paz; por los enfermos y por el trabajo. Y en los cantos se escucharon sentidas notas cantadas por un hijo a su madre, y los anhelos de amor y un mundo mejor.
Al preguntarle a varios de los participantes su experiencia al peregrinar, contestaron lo siguiente: “Ha sido lo más chido. Hacerlo cada año, 12 años, es lo que nos alimenta a todos los rocanroleros. Es algo que me da fuerzas para seguir viviendo, aunque muchas personas no lo ven así, a uno si, es algo que nos alimenta día a día”. Marcelino, Tlalnepantla.
“Muchas cosas buenas, aprende uno a respetar a las personas, las pláticas las oye y piensa uno mejor; trata de mejorar día a día”. Alejandro.
“Es algo muy emotivo, primero porque estamos ante la familia rocanrolera que muchas veces es rechazada, sin embargo en la Basílica es bien recibida, estamos a los pies de la Virgen. (…). Ella significa mucho en mi vida porque siempre ha estado presente en milagros hacia mi mamá sobre todo. Hemos tenido a mi madre enferma y sin embargo ella ha salido adelante encomendándose a la Virgen”. Javier Monroy, estudiantina Dabar.
Y así, se marcharon cantando sus clásicas y sentidas canciones.