La Agencia FIDES, órgano informativo de las Obras Misionales Pontificias, ha dado a conocer que en el año 2013 murieron de manera  violenta 19 sacerdotes, 1 religiosa, 2 laicos.

El informe señala que estas muertes ocurrieron en: América, donde fueron asesinados 15 sacerdotes (7 en Colombia; 4 en México; 1 en Brasil; 1 en Venezuela; 1 en Panamá; 1 en Haití); en África han sido asesinados 1 sacerdote en Tanzania, 1 religiosa en Madagascar, 1 laica en Nigeria; en Asia han sido asesinados 1 sacerdote en India y 1 en Siria; 1 laico en las Filipinas; y, finalmente, en Europa ha sido asesinado 1 sacerdote en Italia.

La lista que presenta FIDES no trata sólo de los misioneros ad gentes en sentido estricto, sino de todos los agentes pastorales asesinados de forma violenta. En estas situaciones no se utiliza el término «mártires», si no su sentido etimológico de «testigos», esto a fin de no entrar en el juicio que la Iglesia podrá dar a algunos de ellos. También obedece a las pocas noticias que se consigue recoger sobre su vida y las circunstancias de la muerte de estos agentes.

Continúa causando gran preocupación el destino de muchos otros agentes pastorales secuestrados o desaparecidos, de los cuales no ha habido noticias, como los tres sacerdotes congoleños Agustinos de la Asunción, secuestrados en Kivu del Norte, en la República Democrática del Congo en octubre de 2012, y de un sacerdote colombiano desaparecido desde hace meses.

A las listas provisionales elaborados anualmente por la Agencia FIDES, siempre hay que añadir la larga lista de muchos de quienes nunca se tendrá noticia o de aquellos no se sabe el nombre, que en todos los rincones del planeta sufren y pagan con la vida su fe. En noviembre pasado el Papa Francisco, invitó a tener presentes en la oración a todos los cristianos que en pleno siglo XXI sufren persecución por el hecho de ser cristianos: «pensemos en los muchos hermanos y hermanas cristianos que sufren persecuciones a causa de su fe. Son muchos. Tal vez muchos más que en los primeros siglos. Jesús está con ellos. También nosotros estamos unidos a ellos con nuestra oración y nuestro afecto; tenemos admiración por su valentía y su testimonio. Son nuestros hermanos y hermanas, que en muchas partes del mundo sufren a causa de ser fieles a Jesucristo».

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