Antes del rezo del Ángelus dominical el Papa Francisco recordó a todos los bautizados que «somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en el mundo en un evangelio viviente». El Santo Padre comentó el pasaje del Evangelio que se ha leído este domingo: Jesús dice a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo».
«Para comprender mejor estas imágenes, tenemos presente que la ley hebraica prescribía colocar un poco de sal sobre cada ofrenda presentada a Dios, como signo de alianza. La luz, además, era para Israel el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, nuevo Israel, reciben por lo tanto una misión en relación a todos los hombres: con la fe y con la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda a la humanidad».
Ante los miles de fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro,el Santo Padre dijo que «con una vida santa daremos ‘sabor’ en los diversos ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina». Y abundo: «Si los cristianos pierden sabor y se apagan, su presencia pierde eficacia».
Por eso exhortó a ser «lámparas encendidas. Ésta es la vocación cristiana»: «Es bonito conservar la luz que hemos recibido de Jesús. El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva la luz, ¡siempre da luz! Una luz que no es suya, pero es el regalo de Dios, es el regalo de Jesús». «Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido».