Por Gilberto Hernández García |

Luego de más de un año de actividades con las que ha celebrado los 500 años de la Diócesis de Santa María la Antigua, primera en tierra firme de América, la Iglesia católica de Panamá tiene todo listo para la clausura de este Año Jubilar el próximo 14 de febrero.

La Eucaristía con la que ponen punto final al jubileo estará presidida por el Cardenal español Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, como enviado de Su Santidad, el Papa Francisco, quien estará acompañado, entre otros obispos de la región, por el recién creado Cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua.

Una semilla que se expande

En una reciente visita de monseñor José Domingo Ulloa Mendienta, arzobispo de Panamá, a México, pudimos platicar con él acerca de la trascendencia y significado de este Año Jubilar que conmemora medio milenio de la primera diócesis de tierra firme americana.

«Ha sido una oportunidad de volver a nuestras raíces y de agradecer a Dios por el regalo de estar celebrando que la primera diócesis en tierra firme fue en este territorio de lo que hoy es Panamá y bajo la advocación de Santa María la Antigua. Reflexionábamos cómo esta pequeña semillita que se sembró en aquél entonces, en 1513, se ha ido extendiendo. Ha sido una oportunidad para la Iglesia para ponerse, como nos lo pide en Papa, en una misión permanente», señaló monseñor Ulloa.

También expresó que «el gran reto de la Iglesia de Panamá, como en toda la Iglesia Universal, es vivir más coherentemente la fe, que no exista ese divorcio entre lo que decimos creer y nuestra vida  en todas las instancias.

Pero no pudo soslayar los problemas que son comunes a Latinoamérica, particularmente la situación de las personas migrantes y la violencia, dos realidades que interpelan a los creyentes, a la Iglesia: «La migración es uno de los grandes retos, porque Panamá es un país receptor de inmigrantes, y creo que tenemos que trabajar al interno de la misma Iglesia para hacer conciencia de que todos estos hermanos que vienen a Panamá también necesitan ser acogidos. Muchos de ellos llegan y se van integrando al quehacer  de nuestra Iglesia. Es un compromiso que tenemos».

Señaló que los migrantes provienen de Centroamérica, Colombia o Venezuela, que son los grupos mayoritarios que se establecen en la tierra del Istmo panameño.  Pero también Panamá es lugar de paso, desde donde se desplazan de Sudamérica, incluso de África y Panamá, así, esta tierra es una plataforma para llegar al Norte».

Monseñor Ulloa, al estar en México quiso recordar el amor y significado que tiene para los panameños la Virgen de Guadalupe: «Desde la perspectiva de la Virgen de Guadalupe, madre, discípula y maestra, nuestra vida cristiana está iluminada por la sencillez de María, de ese estar pendiente de las necesidades de los otros; y desde luego de llevar a Jesús, que ahí está lo medular de la evangelización».

«Panamá, como todos los países latinoamericanos es muy sensible a la Virgen de Guadalupe. Ella está muy metida en la vida de cada uno de nosotros los panameños, y también la celebramos grandemente y también hemos ido rescatando la figura de santa María la antigua desde hace 500 años».

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