Por Juan Gaitán |

Cuando miré el título del mensaje de Francisco para la Cuaresma de este año, dado a conocer el día de ayer, pensé que me había equivocado, que había abierto más bien un mensaje de Navidad, pues el Papa eligió como título una cita clásica que suele utilizarse para hablar del misterio de la Encarnación: “Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (Cfr. 2Cor 8, 9).

El contexto de la cita, explica Francisco en el primer párrafo, es San Pablo animando a la comunidad de Corinto a ayudar a los fieles de Jerusalén que viven en necesidad. Pensé entonces que había entendido: El Papa no hablará sobre la Natividad del Señor, sino acerca de la limosna durante la Cuaresma. Pero no, me volví a equivocar, no hablaba simplemente sobre la limosna, sino que proponía el empobrecimiento de Cristo como modelo para la Iglesia; no un enriquecimiento sin sentido, sino con la finalidad de un amor genuino y comprometido.

Esto resulta mucho más amplio que la práctica de la limosna, la incluye necesariamente, pero va más allá. “El amor es compartir en todo la suerte del amado”, dice Francisco, dejando ver su espiritualidad ignaciana. Y así conecta la segunda parte del texto que trata acerca del testimonio que cada cristiano debe dar, en continuidad con la propuesta de Cristo que por amor se hace pobre.

Quiere el Papa que recordemos esta Cuaresma el llamado “a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y realizar obras concretas a fin de aliviarlas”, siempre con alegría (Francisco nunca olvida hacer referencia a la alegría).

De este modo, pide el Obispo de Roma que abramos nuevos caminos para la evangelización y la promoción humana. No resulta difícil, entonces, notar cómo el mensaje enfatiza el aspecto social de la vocación cristiana. Siendo fiel a su estilo, Francisco nos pide mirar esta Cuaresma a las necesidades concretas: la miseria material, moral y espiritual.

Este tiempo litúrgico está marcado por el deseo de un cambio de mentalidad, pero el Papa nos recuerda que no se trata de una conversión abstracta, “espiritualoide”, sino que dice: “es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.”

El papa Francisco, podemos asegurarlo, nos seguirá sorprendiendo con la claridad en sus mensajes de esta Cuaresma, nos confrontará de modo explícito, pues desgraciadamente, durante el tiempo de preparación para la Semana Santa, la tentación de la hipocresía suele tocar a la puerta.

Por lo pronto, comenzaré a preparar mi vivencia de la Cuaresma, pensando en qué es de lo que debo despojarme a fin de enriquecer a otros con mi pobreza, como pide el Papa. Tomar en serio las situaciones de miseria y dolor para tocarlas y realizar obras concretas. Seguir la lógica de Dios: Hacerse menos para amar más.

El mensaje completo puede leerse aquí

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