“Cada persona consagrada es un don para el pueblo de Dios en camino”, afirmó el Papa Francisco en el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, este 2 de febrero, día que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

El Santo Padre se refirió a la necesidad que tiene hoy la Iglesia y el mundo de la presencia de los religiosos; y señaló que ellos y ellas son una presencia «que fortalece y renueva el compromiso de la difusión del Evangelio, la educación cristiana, la caridad hacia los más necesitados, la oración contemplativa».

Francisco destacó el hecho que al estar «totalmente consagrados a Dios, están totalmente entregados a los hermanos, para llevar la luz de Cristo, allí donde se encuentra la oscuridad y difundir su esperanza en los corazones desalentados».

El Papa afirmó que tanto la Iglesia como el mundo «necesitan este testimonio del amor y de la misericordia de Dios» y es necesario «valorar con gratitud las experiencias de vida consagrada», rezando para que muchos jóvenes respondan «sí» al Señor. Una ofrenda de sí mismos a Dios que concierne también a todos los cristianos, «porque todos estamos consagrados a Él por medio del bautismo», concluyó el Santo Padre.

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