Por Luis-Fernando Valdés |
Después de un año en la sombra, el Pontífice emérito volvió a la luz pública, entre alegrías… y nuevas polémicas: ¿fue válida su renuncia? ¿cuál es su relación con Francisco? ¿gobierna tras el trono?
Se cumplió un año de la dimisión de Benedicto XVI al Solio Pontificio. Fue aquel 28 de febrero del año pasado, cuando el anciano y cansado Pontífice partió a Castelgandolfo y dejó vacante la Sede Apostólica.
Después de varios meses de haber dejado el Palacio vaticano, el Papa emérito volvió al convento “Domus Ecclesiae”, ubicado en los jardines vaticanos, de donde prácticamente no había salido… hasta que se hizo presente en público, durante la ceremonia de investidura de nuevos cardenales presidida por Su Santidad Francisco.
Con motivo de este primer aniversario, surgieron diversas voces que afirmaron que la renuncia no fue válida. Entre ellas figuraban los artículos del importante periodista italiano Antonio Socci, que publicó en el periódico “Libero”: “El problema de la validez canónica de su dimisión [de Benedicto] es enorme” (12 febrero), y “Pero, ¿quién es el Papa?” (16 febrero).
Basados en el atuendo color blanco del Pontífice emérito, algunos dijeron que en realidad Benedicto viste así porque sigue teniendo poder en el Vaticano. La relación con Francisco sería algo así como la de un rey respecto a un virrey.
A esto hay que sumarle que el teólogo Hans Küng (conocido por sus posiciones abiertamente encontradas con la Santa Sede) dio a conocer el contenido de una carta que hace pocas semanas le envió el Pontífice emérito.
En ella, Benedicto XVI afirma su amistad con el Papa Bergoglio y explica que su actual misión es apoyarlo: “Me alegra mucho poder estar unido al Papa Francisco por una gran coincidencia de puntos de vista y por una amistad de corazón. Hoy veo como mi única y última tarea sostener su Pontificado en la oración”. [Ver]
Las reacciones en la opinión pública fueron de confusión: ¿eso lo escribió o no el Papa emérito? Por eso, el vaticanista Andrea Tornielli le escribió, el 16 de febrero, una carta a Benedicto XVI para preguntarles directamente sobre estas polémicas.
Dos días después, el Papa emérito contestó al periodista con una carta personal, en papel membretado y le respondió con llaneza y claridad, primero, sobre la validez de su dimisión, en estos términos:
“No cabe la menor duda sobre la validez de mi renuncia al ministerio petrino. La única condición [canónica] de la validez es la plena libertad de la decisión. Las especulaciones sobre la validez de la renuncia son simplemente absurdas”.
Así desmiente Benedicto mismo las especulaciones de que dimitió por presiones de la Curia. Si hubiera sido bajo coacción la renuncia sería inválida, pero aquí aclara que lo hizo libremente.
Sobre el tema de las vestiduras blancas, Benedicto XVI escribe: “El conservar el hábito blanco y el nombre de Benedicto es una cosa solamente práctica. Al momento de la renuncia no estaban a disposición otros vestidos. Por lo demás, llevo la sotana blanca de una manera claramente diferente de la del Papa. También aquí se trata de especulaciones sin el mínimo fundamento”.
Por último, para desmentir a aquellos que dudan de la buena relación de Joseph Ratzinger con el Papa Bergoglio, Benedicto escribió que el Prof. Küng citó literalmente y de modo correcto la carta que le envió.
Benedicto volvió a escena, pero jugando el papel que verdaderamente tiene: el de un Pontífice emérito, que ya no detenta el poder supremo en la Iglesia, y que aprecia y apoya a Su Santidad Francisco.
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