Por Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco |

Estamos en el corazón del tiempo de Cuaresma que la Iglesia vive cada año como preparación para la gran celebración de la Pascua del Señor. Un tiempo específico que se caracteriza por la llamada a la conversión que tiene que expresarse en cambios en las personas, de manera que generen los cambios que se necesitan en las relaciones humanas, en las comunidades y en las formas de convivencia social.

La misericordia es una carencia con consecuencias devastadoras en la sociedad, que propicia situaciones de violencia, de extrema pobreza, de exclusión y de corrupción. Una sociedad sin misericordia se deshumaniza y se deteriora paulatinamente generando toda clase de víctimas condenadas a vivir excluidas de la sociedad. La misericordia es una forma especial de amor gratuito que se acerca y toca las miserias humanas para invocar su redención. Se necesita en todas partes, desde el núcleo familiar hasta el ámbito de las estructuras. Le da alma a la convivencia humana e inspira la sensibilidad necesaria ante el sufrimiento de los demás.

La Cuaresma es un tiempo propicio para cultivar la misericordia como una actitud que forme parte de un estilo de vida atento a las necesidades de los demás, sobre todo de los sufrientes y de quienes sufren diversas formas de estigmas sociales. La misericordia es necesaria para poner la atención que requieren las víctimas de la violencia,de la pobreza extrema y de los desastres naturales. También es necesaria para buscar la redención de quienes hacen el mal y están dentro de los círculos de la violencia, de la corrupción y de la explotación económica. Jesús, miraba con especial misericordia a los pobres y a los pecadores y nos propone esta actitud como salida a las condiciones inhumanas de vida.

Invito a todos al cultivo de la misericordia en la vida cotidiana y en el cumplimiento de las responsabilidades que existen en el mundo profesional, en el servicio público, en el ámbito de la empresa y del trabajo. Invito a los agentes de pastoral a ser generadores de iniciativas de misericordia, tanto en la vida de la Iglesia como de la sociedad.

Por favor, síguenos y comparte: