Por Jaime Septién |

El clericalismo es uno de los fantasmas de la Iglesia que persigue el Papa Francisco, quizá el fantasma mayor al que quiere enfrentar su Pontificado.

¿Qué es?  Lo acaba de explicar muy claro, ante un grupo de comunicadores católicos de Italia:“uno de los males de la Iglesia. Pero es un mal cómplice, porque a los sacerdotes les gusta la tentación de clericalizar a los laicos. Pero, tantos laicos, de rodillas, piden ser clericalizados, porque es más cómodo. Y este es un pecado a dos manos”.

Nos asombra, porque no estamos acostumbrados, a que alguien en la postura del Papa (a quien suponemos poderoso) dedique tiempo y palabras para criticar a su propia organización.  ¿Han escuchado alguno en el poder político hacer esto?  El Espíritu Santo está actuando horas extras con Francisco: necesitaba la Iglesia desperezarse, salir de zona de confort en que la habíamos metido tanto los clericalizadores como los clericalizados.

Vencer la tentación del laico que se cree sacerdote y el sacerdote que se cree laico.  ¿Quién es el primero entre nosotros?.  La respuesta de Jesús (y la de su Vicario) es simple: el que sirva más a los demás, sea cura o seglar.

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