Por Sergio Guzmán, S.J. |
El Santo Padre Francisco para vivir esta Cuaresma 2014 nos invita a recordar las Palabras de Pablo: “Pues ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza” (2 Co 8, 9) y nos dice: “Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: ‘siendo rico, se hizo pobre por nosotros’. Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se ‘vació’, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama”.
Recomiendo a continuación una decena de películas sobre Jesús y otras que, sin ser explícitamente religiosas, nos recuerdan o evocan aquel que siendo rico se hizo pobre, que se encarnó, que se hizo semejante, que nos amó hasta el extremo, que se entregó por nosotros.
El Evangelio según san Mateo de Pier Paolo Pasolini (Italia, 1964, 130 min.)
Una obra maestra de la cinematografía que presenta con respeto, emotividad y realismo la vida de Jesús según el Evangelio de san Mateo. Con pocos recursos, con actores no profesionales, utilizando decorados mínimos, con una banda sonora que va desde las misas de Bach y Mozart hasta el blues, Pasolini crea una historia convincente de Jesús. La película sigue de manera líneal los 28 capítulos de Mateo desde la Anunciación hasta la Resurrección. Nunca podremos saber con exactitud cómo era físicamente Jesús de Nazarert; pero el Jesús que nos presenta Pasolini convence, conmueve y nos puede ayudar a aproximarnos al rostro lleno de amor, ternura y compasión de Jesús. Ganadora del premio OCIC (Organización Católica Internacional de Cine), hoy SIGNIS, en 1964.
Jesucristo Superestrella de Norman Jewison (EUA, 1973, 102 min.)
Opera rock que fue un éxito en los años setenta y que actualmente sigue gustando. Una pelíucla con colorido, buenas coreografías y por supuesto excelente música. Hay que verla en su contexto. Recordemos esa época de luchas sociales, de movimientos de liberación, de protestas estudiantiles, de crítica a las instituciones, de guerras… pero también de moviemientos pacifistas, de la cultura hippie con sus invitaciones al amor y a la paz, ese tiempo de sueños y utopías. Los personajes, sobre todo Judas y María Magdalena, nos acercan de alguna manera a Jesús; se cuestionan y nos cuestionan sobre quién es Jesús, qué sueña, qué busca, qué espera de nosotros. Resulta imposible mantenerse insensible a la belleza lírica de temas como Getsemaní o No se cómo amarlo.
Jesús de Roger Young (Italia-Alemania-EUA, 1999, 173 min.)
El Jesús que nos presenta Young es un Jesús jovial, alegre, sonriente, que baila y bromea: un Jesús muy humano con el que pronto se pueden identificar muchos jóvenes. Algunos pasajes de la vida de Jesús están bien representados y son creíbles; otros, por el contrario, parecen poco convincentes. Al adentrarnos en la película podemos recordar lo que dice el Vaticano II sobre Jesús: “trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado” (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22). Las casi tres horas son demasiado largas para una sesión. Para su uso catequético conviene mejor seleccionar algunas escenas.
El Señor de los Milagros de Derek W. Hayes y Stanislav Sokolov (EUA, 2000, 91 min.)
Estupenda película de animación en 3D hecha con el recurso stop motion (o cuadro por cuadro) y con unos flashback en 2D que recrean la vida de Jesús desde la mirada de los niños. A través de Tamar, la hija de Jairo (jefe de la sinagoga en Cafarnaúm), nos acercamos a Jesús: un hombre humilde, sencillo, compasivo, sabio, que nos habla de un Dios que es Padre y tiene un Reino para nosotros… y por supuesto que hace milagros. Una película que nos recuerda lo que nos dice el Papa en su mensaje de Cuaresma: “La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre… (Cristo) es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura”.
La Pasión de Cristo de Mel Gibson (EUA, 2004, 126 min.)
Detrás de un excelente manejo de cámara, de la iluminación con sus juegos de sombras, del uso de flashbaks, de la afortunada elección de actores (Jim Caviezel, Maia Morgenstern, Mónica Bellucci), se ve la mano de un director con oficio. La película en su momento causó mucha polémica por la violencia excesiva y por la teología que está de fondo: muy centrada en la culpa, con pocas alusiones al Reino de Dios, a aquello por lo que Jesús consagró su vida. Con todo, podemos rescatar varias escenas entrañables como esas en que María acompaña a Jesús en su viacrusis. O también algunos diálogos tan reveladores como el de María Magdalena y María Madre: “¿Por qué esta noche es tan diferente a cualquier otra?”, pregunta la primera. “Porque todos los hombres son esclavos, y ya no lo serán más”, contesta María.