Por Justo López Melús |
Me dicen que estoy amenazado de muerte, escribía un periodista. De muerte corporal, a la que amó Francisco de Asís. ¿Quién no está amenazado de muerte? Lo estamos todos desde que nacemos. Amenazados de muerte. ¿Y qué? A todos los perdono anticipadamente. Y a todos los sigo amando desde mi cruz.
¿Amenazado de muerte? Hay en ello un error. Ni yo ni nadie estamos amenazados de muerte. Estamos amenazados de amor. Los cristianos no estamos amenazados de muerte. Estamos amenazados de resurrección. Porque, además del Camino y la Verdad, Cristo es la Vida, aunque esté crucificado en la cumbre del basurero del mundo.