Por Jorge Traslosheros |

El sábado 24 de mayo dio inicio la peregrinación del Papa a Tierra Santa. Comparto tres reflexiones que, espero, nos ayudarán a comprender su relevancia.

1.- La razón más importante de la peregrinación es celebrar y profundizar el diálogo ecuménico. Se busca recuperar la comunión perdida, durante el segundo milenio, entre las Iglesias de tradición apostólica nacidas en Jerusalén hace dos mil años. Recordemos que el Patriarca Bartolomé de Constantinopla, ecuménico de los Ortodoxos, en un discurso lleno de caridad invitó a Francisco, al día siguiente de su elección, a encontrarse en Tierra Santa para conmemorar los cincuenta años del abrazo entre el Papa Paulo VI y el Patriarca Atenágoras. Sin duda, el acontecimiento que marcó el cambio de época en las relaciones de la cristiandad de origen apostólico.

El encuentro, además, dará aliento y visibilidad a los líderes cristianos del Medio Oriente. La supervivencia y misión de sus comunidades depende de su unidad, pues han sido golpeadas por crueles persecuciones durante el último siglo, las cuales les redujeron del 20% al 5% de la población regional.

2.- En el diálogo interreligioso Francisco no parte de cero pues sigue los pasos de sus predecesores. Benedicto XVI afinó la estrategia y puso los medios, de manera especial con la celebración del Sínodo para el Medio Oriente. Haciéndose voz de los obispos, marcó cuatro líneas de acción: la promoción de la libertad religiosa como condición indispensable para la paz y la democracia; el derecho de los cristianos a vivir en sus tierras y comunidades que datan desde los tiempos apostólicos; su decidida participación como minoría imaginativa en la construcción de la paz y la reconciliación y; la denuncia del fundamentalismo como una falsificación de la religión y una traición a Dios. En esta lógica, su presencia en Jordania será muy importante pues los líderes de aquel reino son piedra angular en el diálogo con el Islam racional.

3.- Francisco arriba a Tierra Santa con su propia historia. Recordemos cómo, para evitar el bombardeo de Estados Unidos en Siria, en septiembre de 2013, organizó una jornada mundial de oración y ayuno la cual acompañaron, también, algunos líderes religiosos del Islam. Al mismo tiempo, realizó intensa campaña diplomática entre las potencias occidentales y prestó su voz a los cristianos del Medio Oriente quienes advertían de las nefastas consecuencias de otra acción armada norteamericana. El éxito de sus iniciativas es de sobra conocido. En otras palabras, Francisco ya es un líder para los cristianos y un promotor eficaz del diálogo interreligioso y ecuménico ahí donde más hace falta, a ras de suelo.

Estamos ante un Papa que se muestra a través de los pequeños detalles. Será interesante observar cómo se desenvuelve ante culturas donde cada gesto se llena de significados. Lo cierto es que ya puso el sello de la casa. Se hará acompañar por dos importantes líderes de la comunidad judía y musulmana de Argentina con quienes sostiene añeja amistad, como son el Rabino Abraham Skorka y Omar Abboud. Darán testimonio de fraternidad en tierra turbulenta que, no obstante, está llamada a la santidad. Como bien señaló el Rabino Skorka, este Papa salido del fin del mundo no carga el pesado fardo de la milenaria historia de problemas entre las potencias europeas y del Medio Oriente en constante conflicto entre ellas y contra los diversos pueblos de la región. Francisco propondrá, en gestos y palabras, una fresca mirada cargada de futuro y esperanza.

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