Por Gilberto Hernández García |

«Si no se reforma la mente y el corazón, si no se reforma la conciencia que genere una auténtica escala de valores y nuestra capacidad de encuentro y fraternidad solidaria no habrá reforma que nos ayude a superar las intolerables desigualdades e injusticias sociales», han señalado los obispos mexicanos en al marco de la 97 Asamblea plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que se celebra esta semana.

Los obispos hicieron público un mensaje al pueblo de México, donde expresan su «gran preocupación por el futuro de nuestro País» ante las recientes Reformas Constitucionales aprobadas por el Congreso de la Unión, y preguntan «de qué manera serán benéficas sobre todo para los que han estado permanentemente desfavorecidos, o si serán una nueva oportunidad para aquellos acostumbrados a depredar los bienes del País».

Fuertes cuestionamientos

En el documento repasan, una por una las diversas reformas que se han venido dando durante el presente sexenio: educativa, fiscal, política, energética, de telecomunicaciones; y hacen una serie de cuestionamientos, particularmente en aquellos aspectos que consideran no han sido suficientes para asegurar la vida digna de los mexicanos.

La CEM, usando un tono que no ha sido muy común en sus mensajes, señala vicios que, considera, deben desaparecer por el bien de la población: estructuras burocráticas que sólo defiendes sus propios intereses, falta de honestidad, veracidad y transparencia de los recursos que suelen ser «botín de pocos», artimañas para lucrar con el poder, el dinero que pone precio a la persona,  manipulación de la opinión pública y de los contenidos de los medios de comunicación que son definidos por los intereses dominantes, entre otros.

Reforma necesaria: la del corazón

Los obispos señalan que es necesaria una reforma, una conversión que lleve a tomar conciencia de la realidad que padece el país, basada en una auténtica escala de valores y que lleve a la solidaridad. De no ser así en vez de que esas reformas estructurales nos ayuden a «superar las intolerables desigualdades e injusticias sociales», seguiremos en un situación donde se está más atentos a la vida privada de los artistas, «que por el sufrimiento de los migrantes arrojados de un tren por no tener para pagar a los extorsionadores; o a ver como estadística y nota periodística los secuestros, la trata de personas, la impune actividad del crimen organizado, las cuotas forzadas, la violencia y los cadáveres decapitados en fosas clandestinas».

Los pastores católicos subrayan que «no podemos acostumbrarnos a tener en la pobreza a más de cincuenta millones de mexicanos, muchos de ellos en una miseria que les condena a morir sin atención médica. Esa indiferencia cómplice en contra del valor de la vida humana, es la que hace que se festeje que miles de niños en gestación sean sacados del vientre de la madre para ser arrojados a un bote de basura. ¡Nos falta una verdadera reforma interior para que el País sea mejor!»

Transformar con la fuerza de la fe

Los obispos católicos advirtieron que ante esta realidad de muerte hay quienes quieren «vender la idea» de que «ante el mal no hay solución; que es mejor legalizarlo en la droga o transar con él en el crimen»; sin embargo, señalan,  «los creyentes, y en particular los cristianos, sabemos que el camino para superar todo lo que destruya la vida o la dignidad humana, necesita siempre la entrega generosa de la propia vida».

El episcopado mexicano termina su mensaje animando a los creyentes a no ser indiferentes, a no sólo lamentarse por el  mal sino a actuar de manera organizada en todos  los planos de la vida  nacional, inspirados por su fe en Jesucristo, con iniciativas sociales que generen la transformación de esas realidades:  «No dejemos que las decisiones queden en manos de unos pocos que miran a sus propios intereses. ¡Actuemos!»

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