El Papa Francisco ha hablado esta mañana de Audiencia general sobre el don de Fortaleza y reconoció a esos «santos cotidianos», «ciudadanos que cada día honran nuestro pueblo, nuestra Iglesia, porque son fuertes para llevar adelante su vida, su familia, su trabajo, su fe».

Para explicar la importancia de este don, el Santo Padre ha recordado la parábola del sembrador. Las semillas que caen en la carretera se las comen los pájaros, las que caen entre las piedras se secan, pero solo las que caen en terreno bueno crecen y dan fruto.

El sembrador es el Padre que esparce las semillas de su Palabra. »Las semillas chocan a menudo con la sequedad de nuestro corazón y aunque se acepten, a veces permanecen estériles. Con el don de la fortaleza, en cambio, el Espíritu Santo libera el terreno de nuestro corazón del entumecimiento, de las incertidumbres y de todos los temores que pueden pararlo, para que la Palabra del Señor se ponga en práctica, de forma autentica y alegre».

El Papa ha hablado de todos aquellos momentos difíciles y situaciones extremas en las que el don de la fortaleza se manifiesta de manera extraordinaria y ha recordado que en la actualidad hay muchos hermanos y hermanas que no tienen miedo de dar su vida por continuar a ser fieles al Señor y a su Evangelio, y cómo la Iglesia resplandece con estos testimonios:

«Todos conocemos personas que han vivido situaciones difíciles, de mucho dolor. Pensemos en esos hombres y mujeres que llevan una vida difícil, luchan para sacar a delante la familia, educar a los hijos: hacen todo esto porque el espíritu de la fortaleza les ayuda… Estos hermanos y hermanas son santos, santos del cotidiano, santos escondidos en medio de nosotros: tienen el don de la fortaleza para llevar a cabo su deber como personas, como padres, madres, hermanos, hermanas y ciudadanos… Y nos vendrá bien pensar en esta gente: Si ellos hacen todo esto, si ellos pueden hacerlo ¿Por qué yo no? Nos vendrá bien pedir al Señor que nos de el don de la fortaleza».

«No hay que pensar que el don de la fortaleza sea necesario solo en determinadas ocasiones o situaciones. Este don debe constituir la nota de fondo de nuestro ser cristiano, en lo habitual de nuestra vida cotidiana». Por ello, Francisco ha recordado la frase del apóstol Pablo destacando que el Señor está siempre con nosotros: «Puedo hacer todo a través de Él que me da la fortaleza».

Antes de finalizar, el Pontífice ha añadido que «a veces podemos estar tentados por la pereza o peor aún, por el desaliento, sobre todo ante las dificultades y las pruebas de la vida. En estos casos, no perdamos los ánimos, e invoquemos al Espíritu Santo, para que con el don de la fortaleza levante nuestros corazones dándonos nueva fuerza y entusiasmo en nuestra vida y en nuestro seguir a Jesús».

 

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