PINCELADAS | Por Justo López Melús (+) |
Así decía una copla antigua. Pero no nos mira como un guardia de circulación, a ver si cometemos la más pequeña infracción de tráfico para castigarnos. Nos mira con los ojos benévolos de un padre, para protegernos de los peligros.
Un maestro tenía preferencia por un discípulo, pues superaba a todos en inteligencia y bondad. Esto provocó los celos de los demás. Los sometió a una prueba: «Cada uno de vosotros tome uno de estos pájaros, vaya donde nadie lo vea, lo mata y me lo trae». Todos los discípulos lo hicieron, menos el preferido, que le devolvió el pájaro vivo. «Yo no lo he matado, pues en todas partes a donde he ido Dios me estaba viendo». Entonces los discípulos pidieron perdón.