Por P. Justo López Melús

ALIVIO DE CAMINANTES

Salió un sultán de su palacio y encontró un campesino que plantaba una palmera. Se detuvo y le preguntó:

–¡Oh, anciano!, plantas una palmera y no sabes quién comerá sus frutos. Muchos años necesita la palmera y tu vida se acerca a su fin.

El anciano lo mira y le contesta:

–¡Oh, sultán! Plantaron y comimos. Plantemos para que otros coman.

El sultán se admira de su generosidad y le entrega cien monedas de plata.

El anciano las toma y le dice:

–¿Has visto qué pronto ha dado fruto?

El sultán al ver tan sabia salida, le entrega otras cien monedas. El anciano las besa y le responde:

–Lo más extraño es que generalmente solo da frutos una vez al año, y la mía ha dado dos en menos de una hora…

Fue el fruto de la generosidad.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 13 de agosto de 2023 No. 1466

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