En la Audiencia general de este miércoles el Papa Francisco ha hecho un balance de su reciente visita Apostólica a Tierra Santa y ha agradecido a Dios: «Él me ha guiado hacia aquella Tierra bendita que ha visto la presencia histórica de Jesús y donde han sucedido acontecimientos muy importantes para el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam». También agradeció a cuantos hicieron posible su peregrinación, que «ha sido un gran don para la Iglesia».

El santo Padre explicó que fueron tres los propósitos de esta visita: conmemorar el encuentro del Papa Pablo VI y del Patriarca Atenágoras, que definió un gesto profético en el arduo pero esperanzador camino hacia la unidad de los cristianos; Animar el proceso de paz en Oriente Medio; y confirmar en la fe a las comunidades cristianas.

Al referirse al 50 aniversario de del encuentro de Pablo VI con Atenágoras dijo que ese gesto profético estableció un hito prometedor en la unidad de todos los cristianos, que desde entonces ha logrado avances significativos. «Con tal motivo, junto al actual Patriarca de Constantinopla, Su Santidad Bartolomé, hemos rezado pidiendo al Buen Pastor la fuerza necesaria para proseguir con tesón hacia la plena comunión». Comentó el Papa que además estuvieron acompañados por el Patriarca Ortodoxo Griego de Jerusalén Theophilos III y el Patriarca Armenio Apostólico S. B. Nourhan, así como arzobispos y obispos de diferentes Iglesias y comunidades, autoridades civiles y muchos fieles.

El segundo propósito ha sido «animar el proceso de paz en Oriente Medio. He querido llevar a todos en el corazón, exhortándolos a ser artesanos de la paz y agradeciendo a las autoridades los esfuerzos en favor de los refugiados y su compromiso por apaciguar los conflictos. Además, he invitado a los presidentes de Israel y de Palestina a venir al Vaticano, para rezar juntos por la paz», resaltó Francisco.

El tercer propósito, comentó el Papa, ha sido «confirmar en la fe a las comunidades cristianas, que sufren tanto, y expresarles la gratitud de la Iglesia por su valiente presencia en Oriente Medio y su impagable testimonio de esperanza y caridad».

«Con esta peregrinación he querido llevar una palabra de esperanza, pero al mismo tiempo yo también la he recibido de los hermanos y hermanas que »esperan contra cualquier esperanza», a través de tantos sufrimientos, como aquellos que han escapado de su propio país por culpa de los conflictos, o como los muchos que en diferentes partes del mundo son discriminados y despreciados a causa de su fe en Cristo. Continuemos cerca de ellos. Recemos por ellos y por la paz en Tierra Santa y en todo Oriente Medio. Que la oración de toda la Iglesia sostenga también el camino hacia la plena unidad entre los cristianos, para que el mundo crea en el amor de Dios que con Jesucristo vino a habitar entre nosotros».

Por favor, síguenos y comparte: