Por Gilberto Hernández García |

Este 31 de mayo se estará celebrando el Día Mundial sin Tabaco; sin embargo parece que los datos que ofrecen instituciones de salud pública no dan muchos motivos para “celebrar”. Y es que en el mundo actualmente, cada seis segundos muere una persona debido al consumo de tabaco, esto es 6 millones al año, de los cuales más de 600 mil son no-fumadores que mueren por respirar humo ajeno. Si no se adoptan medidas, para 2030 el tabaco matará a más de 8 millones de personas cada año, de las cuales más del 80% serán habitantes de países de bajos y medianos ingresos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el tabaco mata a la mitad de sus consumidores. También ocasiona gastos considerables para las familias, las empresas y los gobiernos. El tratamiento de las enfermedades relacionadas con el tabaco, entre ellas el cáncer y las cardiopatías, es costoso. Además, dado que las enfermedades y las defunciones relacionadas con el tabaco suelen afectar a las personas al inicio de su vida laboral, la productividad y los ingresos se reducen.

Ahora se empieza a fumar a edades más tempranas

Pero lo que más preocupa es que nuestros jóvenes y adolescentes están cayendo en el vicio del tabaco cada vez a edades más tempranas. Según la Encuesta Nacional de Adicciones  para el año 2002 los jóvenes empezaban a fumar a la edad de 17 años; ahora el promedio de inicio es a los 12 años. Sin embargo, los Centros de Integración Juvenil (CIJ) dicen que niños de 10 años empiezan a fumar ya una considerable cantidad de cigarrillos. En el caso de las niñas de 12 a 15 años se ha incrementado la prevalencia del 4 a 8.1 por ciento.

La doctora Guadalupe Ponciano, directora de la Clínica del tabaquismo (CT) de la UNAM, señala que el daño que sufren los adolescentes y jóvenes fumadores es más severo puesto que sus organismos están más vulnerables, en cuanto que están en desarrollo. La doctora Ponciano recordó que en un cigarrillo existen más de “4 mil sustancias tóxicas, de las cuales 200 son de alta toxicidad, y de ellas, de  60 a 70 son cancerígenas”.

La directora de la CT asevera que en las políticas de salud pública de México han fallado las estrategias de prevención del tabaquismo dirigidas a los jóvenes. No han servido las estrategias de colocar señales de advertencia en las cajetillas o aumentar los impuestos en el producto puesto que, según las encuestas, los chicos adquieren cigarros de manera unitaria; “hay una venta indiscriminada de cigarros a granel”, señala.

Las estrategias hasta ahora han estado enfocadas a los adultos, por eso, a decir de la científica, “se tiene que dirigir la información, la educación especialmente a los jóvenes, particularmente debe enfocarse ahora a los niños”. Esto implica vigilancia, una ofensiva contra los precios al consumidor, regular que no se vendan de manera unitaria, privilegiar que haya más espacios libres de humo.

Tabaco: puerta de entrada a otras drogas

La doctora Guadalupe Ponciano  subraya que “los hijos de papas fumadores tienen un riesgo de ser fumadores cuatro veces mayor que los niños de papas no fumadores. La imagen, la imitación es un aspecto importante. Si los papas fuman, la percepción del riesgo por fumar es baja y hace que los niños fumen”.

Lo más grave es que los adolescentes mexicanos que ya fuman tienen una mayor probabilidad de consumir alcohol y marihuana: “algunos especialista llaman al consumo del tabaco ‘droga puerta de entrada’ porque abre la puerta a otras drogas legales o ilegales. No sólo está implícito el riego de su consumo, sino otros asociados, porque empiezan a consumir otro tipo de drogas. Un niño que empieza a fumar a los 10 u 11 años, sus riesgos serán mayores por tanto tendrán un mayor impacto”.

Campaña Mundial contra el tabaquismo: aumentar los impuestos

En el Día Mundial Sin Tabaco la OMS exhorta a los países a aumentar los impuestos sobre el tabaco para animar a los consumidores a dejar de fumar y evitar que otras personas se conviertan en adictos al tabaco. Basándose en los datos de 2012, la OMS estima que un aumento del 50 % en los impuestos al tabaco en todos los países reduciría el número de fumadores en 49 millones en los próximos tres años y, en última instancia, salvaría 11 millones de vidas.

“Aumentar los impuestos sobre el tabaco es la manera más eficaz de reducir el consumo y salvar vidas”, afirma la Directora General de la OMS, la doctora Margaret Chan. “Una medida decidida sobre la política fiscal relativa al tabaco golpea a la industria donde más le duele”.

El Organismo pone como ejemplo el caso de Francia o Filipinas: estos países “ya han visto los beneficios derivados de la fiscalidad elevada sobre los productos de tabaco. Entre 1990 y 2005 Francia triplicó los precios de los cigarrillos ajustados a la inflación. Esto dio lugar a una disminución de las ventas de más de un 50 %. Unos años más tarde, el número de jóvenes que morían de cáncer de pulmón en Francia comenzó a descender. En Filipinas, un año después de aumentar los impuestos el Gobierno ha recaudado más ingresos de los previstos, y planea utilizar el 85% de esos ingresos en servicios de salud”.

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