La Iglesia no es “una Universidad de la religión”, sino el pueblo que sigue a Jesús. Sólo “es fecunda y madre”. Dijo esta mañana El Papa Francisco en la homilía que pronunció durante la Misa que presidió en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

El Santo Padre reflexionó en el martirio de San Esteban, narrado en los Hechos de los Apóstoles.

“El martirio de Esteban es una copia del martirio de Jesús”. El Papa Francisco recorrió en su homilía el camino que llevó a la muerte del primer mártir de la Iglesia. Y afirmó que también él, como Jesús, dijo que había encontrado “los celos de los dirigentes” que trataban de eliminarlo. También él tuvo “falsos testigos” y un “juicio hecho de modo rápido”. Esteban les advirtió que estaban oponiéndose al Espíritu Santo, como había dicho Jesús. Pero “esta gente – evidenció el Papa – no estaba tranquila, no tenía paz en su propio corazón”. Esta gente – añadió – “tenía odio” en su corazón. Por esta razón, al oír las palabras de Esteban estaban furiosos. “Este odio – dijo Francisco – fue sembrado en su corazón por el diablo”, “es el odio del demonio contra Cristo”.

Este odio del demonio “que hizo lo que quería con Jesucristo en su Pasión – prosiguió diciendo el Papa – ahora repite lo mismo” con Esteban. Y en el martirio se ve claramente “esta lucha entre Dios y el demonio”. Por otra parte, Jesús había dicho a los suyos que debían alegrarse de ser perseguidos a causa de su nombre: “Ser perseguido, ser mártir, dar la vida por Jesús es una de las Bienaventuranzas”. Por esto – añadió Francisco – “el demonio no puede ver la santidad de una Iglesia o la santidad de una persona, sin hacer algo” para oponerse. Y es esto lo que hace con Esteban, pero “él muere como Jesús: perdonando”.

“Martirio es la traducción de la parola griega que también significa testimonio. Y así podemos decir que para un cristiano el camino va por las huellas de este testimonio, por las huellas de Jesús para dar testimonio de Él y, tantas veces, este testimonio termina dando la vida. No se puede entender a un cristiano sin que sea testigo, sin que de testimonio. Nosotros no somos una ‘religión’ de ideas, de pura teología, de cosas bellas, de mandamientos. No, nosotros somos un pueblo que sigue a Jesucristo y da testimonio – pero quiere dar testimonio de Jesucristo – y este testimonio algunas veces llega a dar la vida”.

En los Hechos de los Apóstoles se lee que una vez asesinado Esteban, “estalló una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén”. Estas personas – observó el Papa – “se sentían fuertes y el demonio los impulsaba a hacer esto” y así “los cristianos se dispersaron en la región de Judea, de Samaria”. La persecución – notó el Papa – hace que esta “gente se fuera lejos” y donde llegaba explicaba el Evangelio, daba testimonio de Jesús y así “comenzó” la “misión de la Iglesia”. “Se convertían tantos – recordó el Papa – escuchando a esta gente”. Uno de los Padres de la Iglesia – añadió – explicaba esto diciendo: “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”. Con “su testimonio predicaban la fe”:

“El testimonio, en la vida cotidiana, con algunas dificultades, y también en la persecución, con la muerte, siempre es fecundo. La Iglesia es fecunda y madre cuando da testimonio de Jesucristo. En cambio, cuando la Iglesia se encierra en sí misma, se cree – digamos así – una ‘Universidad de la religión’, con tantas bellas ideas, con tantos bellos templos, con tantos bellos museos, con tantas bellas cosas, pero no da testimonio, se vuelve estéril. Y el cristiano lo mismo. El cristiano que no da testimonio, permanece estéril, sin dar la vida que ha recibido de Jesucristo”.

Esteban – prosiguió diciendo Francisco – “estaba lleno del Espíritu Santo”. Y advirtió que “no se puede dar testimonio sin la presencia del Espíritu Santo en nosotros”. “En los momentos difíciles, en que debemos elegir el camino justo, en que debemos decir ‘no’ a tantas cosas que quizá tratan de seducirnos – dijo también el Papa – hay una oración al Espíritu Santo, y es Él quien nos hace fuertes para ir por este camino, el del testimonio”:

“Y hoy pensando en estos dos iconos – Esteban, que muere, y la gente, los cristianos, que huyen, yendo por doquier por la violenta persecución – preguntémonos: ¿Cómo es mi testimonio? ¿Soy un cristiano testigo de Jesús o soy un simple numerario de esta secta? ¿Soy fecundo porque doy testimonio, o permanezco estéril porque no soy capaz de dejar que el Espíritu Santo me lleve adelante en mi vocación cristiana?”.

Por favor, síguenos y comparte: