Por Juan Gaitán |

Este verano he tenido la oportunidad de estar cerca de un equipo de natación en el que me he encontrado con personas de gran calidad humana. Es por eso resulta conveniente, en estas fechas en las que pareciera que todo es futbol, tomar algunos aprendizajes de los atletas. Son actitudes ejemplares que bien podemos aplicar (¡y que tanto necesitamos!) en nuestra vida espiritual.

Constancia: Un deportista no puede entrenar una semana y dejar de hacerlo por un mes. ¿Cómo es nuestra vida de oración? ¿Es constante? ¿Y nuestra participación gozosa de los sacramentos? ¿El tiempo que dedicamos a quienes necesitan compañía?

Autenticidad: Existe una manera correcta de nadar cada estilo, sin embargo, en el equipo hay quien tiene buena patada, quien realiza brazadas más largas, quien anima a los demás… El camino es Cristo, pero cada cristiano desde su personalidad ha de construir el Reino de Dios sin querer hacer de la Iglesia un ejército de uniformados.

Cuidan lo que ingieren: La metáfora me parece explícita. Así como los atletas cuidan su alimentación, ¿estamos atentos a nuestra manera de alimentar el espíritu? ¿somos conscientes de lo que consumimos?

Trabajo en equipo: La natación es un deporte que da la impresión de ser individual, pero en realidad gran parte del éxito se debe al apoyo que se brindan unos a otros dentro del equipo. La oración es un acto personal, pero si se desliga de la comunidad, del prójimo, se vuelve infértil.

Entusiasmo: Es un ingrediente esencial en el deporte. Incluso, cuando uno siente que el cuerpo ya no da, es el corazón el que pone la fuerza para terminar la competencia. Un cristiano sin entusiasmo por el Reino de Dios, por contagiar la alegría de encontrarse con Cristo, está destinado a perderse a la mitad del camino.

Receptivos a correcciones: Todo atleta de alto rendimiento cuenta con un entrenador en quien se confía, que propone cierta disciplina y corrige los errores. Así, en el caminar como cristianos, Dios nos pone a pastores que impulsan nuestra vida espiritual de distintas maneras, especialmente desde la dirección espiritual. Es una lástima que esta práctica se esté perdiendo con el tiempo.

Metas y objetivos: Cada una de las personas del equipo con el que he estado este mes, tienen metas trazadas: Reducir el tiempo a tanto, asistir a equis competencias este año, lograr subirse al pódium en tantos meses. Así, es conveniente que cada cristiano tenga un proyecto de vida con objetivos concretos en las distintas dimensiones de la vida: Personal, comunitaria, espiritual, intelectual, etc.

Superar las dificultades: Una de las actitudes que más me impresiona de los atletas es su capacidad y paciencia para superar las dificultades. Una lesión puede dejar a alguien fuera de los entrenamientos hasta por varios años. Para volver después de ese tiempo se necesita gran determinación. Ojalá todos supiéramos ser auténticos cristianos de tiempo completo, no solamente cuando vamos ganando.

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Por Juan Gaitán

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