La violencia social, es un indicador de descomposición social ante los valores humanos perdidos desde la familia misma.

El gobierno se lanza a la “solución”, en el necesario protagonismo de lo que es políticamente correcto, ante lo que considera auténticas demandas sociales, que las más de las veces solo reflejan una opinión publica influida por los medios. Lo hace con más leyes que quedaran en letra muerta dando la impresión de responsabilidad aunque sin atacar el problema en sus raíces, ya que, siendo la familia una institución natural, no un invento social del hombre, se ha intentado con su anuencia modificar sus estructuras, reinventándolas al antojo; dañándola, atentando contra su naturaleza.

Nada puede cambiar la realidad de que la familia es la primera escuela de las virtudes humanas, en cuya esencia se integra toda la persona al ser educada por amor y para el amor. Aquí se encuentra el verdadero daño ya que se ignora y desconoce el curso de su naturaleza, por lo que no se atiende el problema en su origen, para redescubrir, sanar y vigorizar las inmensas posibilidades de las funciones de la familia en el seno de la sociedad.

Veamos cuatro de estas funciones y la enorme contradicción de los marcos legales y/o ideologías que atentan contra su naturaleza, por citar algunos.

1-La familia es el agente protagonista del recambio generacional en un plano insustituible de riqueza afectiva y cuidado de los hijos.

En el insolidario aquí y ahora los hijos estorban, y la oferta antinatalista de quienes producen preservativos, pastillas y demás, esgrime el eslogan “pocos hijos para darles mucho”, o el cacareado derecho de la mujer sobre su propio cuerpo, para legitimar el asesinato del más indefenso.

2-El aspecto educativo de la familia es tan propio, que si esta falla, resulta imposible suplirlo; pues estructura la personalidad armónica de los individuos mediante la identificación y experiencias vividas con aquellos referentes de la identidad: el padre, la madre, los hermanos, los abuelos, que sustentan el equilibrio psicológico y la adquisición de los valores necesarios para alcanzar la madurez. Constituye pues, una garantía de arraigo para las generaciones jóvenes y también una garantía de cohesión social hacia el futuro. Un futuro en un mundo que experimenta cambios acelerados y perdida de raíces e identidades, en el que la familia es, casi, lo único estable en la vida del individuo: siempre se es y se será hijo, hermano, tío, etc.

Ahí están las leyes divorcistas con su apoyo cultural, las corrientes que atentan contra la definición de su naturaleza, como el mal llamado matrimonio del mismo sexo; la nueva cultura de padre o madre soltera; la oferta de bancos de semen para hijos a la carta, que hacen innecesario el amor de donación personal en el matrimonio.

3-La familia ofrece la mejor protección social. El núcleo familiar es la fuente primaria de seguridad personal, esta seguridad no hace referencia solo al apoyo en lo material o económico para los miembros que se encuentren en dificultades, sino también a la esencial ayuda y compañía mutua.

En algunos países se promueve la eutanasia por “conmiseración, reconocimiento al derecho del enfermo y respeto a su dignidad”, sobre el aliento del amor sin medida de los parientes y el auxilio de cuidados paliativos.

4-la familia es el primer ámbito de socialización, aprendizaje y trasmisión de pautas de conductas y de valores. El buen funcionamiento de las familias, es clave para la estabilidad social y solución de problemas como el bullying.

La familia nada contra corriente ante el permisivismo de licencias para expendios de alcohol en cada esquina y a cualquier hora; pornografía en panorámicos, quioscos de revistas y cajas de pago de supermercados; tv violenta, música anticultura, corruptelas de drogas, antros, etc.

<<El estado es “para la familia” comprendida como institución natural, pero faltan políticas familiares que las promuevan y les sirvan de verdadero apoyo para rehacer el tejido social.

Mientras no se promuevan y protejan las cualidades naturales de la familia y sus imprescindibles funciones sociales, las soluciones que ofrecen las leyes no atacaran el problema de raíz, la enfermedad seguirá un curso “normal”, pero el estar enfermo, no lo será.

Por Orfa Astorga de Lira

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