PINCELADAS | Por Justo López Melús |

Cuando el ambiente es adverso hay que andarse con mucho tiento, pues quizá intentamos elevarlo y es él el que nos rebaja a nosotros. Un sacerdote fue destinado a un pueblo rural, abandonado a sus instintos. Fue a quejarse ante el obispo por el nivel tan bajo en educación, en cultura e higiene. El obispo le pidió que tuviera paciencia. Años más tarde fue el obispo a visitarle, y el sacerdote le dijo que todo había cambiado… Era él el que se había hecho uno más.

Un profeta gritaba por la ciudad: «El país debe cambiar». Y todos le seguían. Pero, poco a poco, empezó a gritar que ellos también debían cambiar. Y ya no lo seguían tantos. Siguió gritando hasta quedarse solo. Y seguía gritando por la ciudad. Entonces uno se le acercó: «¿Para qué tantas voces si nadie te escucha?». Y su voz sonó más fuerte todavía: «Si yo me hubiera callado, ellos me habrían cambiado a mí».

Por favor, síguenos y comparte: