COLUMNA FE Y RAZÓN | Por Luis Fernando Valdés |
El pasado lunes (7 julio), el Santo Padre celebró una Misa en la capilla de Santa Marta a la que asistieron seis personas víctimas de abusos por parte de miembros del clero. El Pontífice mostró su dolor y su solidaridad hacia las víctimas, mientras que reiteró su condena hacia los abusadores. (Homilía íntegra aquí)
La pregunta “¿por qué hasta ahora?” tiene dos sentidos. Por una parte, para muchos parecería que por primera vez la Iglesia pide perdón oficialmente por esas acciones de pedofilia, como si el Vaticano apenas hoy estuviera reconociendo el problema.
La respuesta es que ya Benedicto XVI había pedido perdón públicamente en repetidas ocasiones a las víctimas, y también se reunión con bastantes de ellos con ocasión de sus viajes. Además, el Papa alemán instituyó la “Pontificia Comisión para la protección de Menores”. Ni tampoco se puede olvidar que una de sus primeras medidas como Pontífice fue suspender al Padre Maciel y alejarlo de toda actuación pública.
Y de ahí surge el segundo sentido de la pregunta, que –como un boomerang– se le revierte a muchos medios de comunicación: ¿por qué hasta ahora dan importancia y buena cobertura a la petición de perdón a las víctimas por parte de la Iglesia?
Sin duda en ambos casos, la carismática figura del Papa Jorge Mario Bergoglio ha contribuido mucho para que la Iglesia tenga mayor cobertura de prensa y reciba una trato más favorable por parte de los medios.
Ahora falta que los receptores de la noticias demos un paso más hacia delante. Se trata de ser un público más exigente, para no quedarnos sólo en el “carisma” del Papa, sino en el “mensaje”, en la verdad que desea transmitir mediante su simpatía.
En este caso concreto, el mensaje del Santo Padre confirmó que fue reprobable la actitud de encubrimiento de los culpables por parte de los obispos, y que “no hay lugar en el ministerio de la Iglesia para aquellos que cometen estos abusos”. Y aseguró esto: “me comprometo a no tolerar el daño infligido a un menor por parte de nadie, independientemente de su estado clerical”.
Algunos se han preguntado que sentido tiene un gesto de este tipo, puesto que las víctimas ya sufrieron un daño irreparable. La respuesta del padre jesuita Zollner, alemán, experto en psicología y miembro de la Pontificia Comisión para la protección de Menores, es muy interesante, porque él estuvo presente en el largo encuentro del Papa con dos de las víctimas de origen alemán.
El padre Zollner sostiene que ese encuentro sí representó una mejora para las víctimas. “Yo puedo testimoniar que para ellos ha cambiado algo; ha sido… algo que en el actuar ha transformado también la realidad, su realidad. Porque algunos han expresado también que esto ha significado un cambio de actitud y de sentimiento profundo hacia su historia, que no puede ser desarraigada, no puede ser cancelada, pero que ahora pueden ver con otros ojos, con mayor libertad, con una mayor esperanza”. (News.va, 9 julio 2014)
¿Por qué hasta ahora? También esa pregunta se nos puede aplicar a los demás, que no estamos directamente involucrados en el problema. Primero, si aún no hemos sido solidarios con las víctimas, al menos con nuestras oraciones. Pero también se nos puede dirigir esa interrogación, si aún no hemos querido cambiar y no queremos aceptar que la Iglesia ha aceptado sus errores y ha puesto los medios para proteger a los menores.
http://www.columnafeyrazon.blogspot.com