Por Francisco Xavier Sánchez |
Hace algunas semanas salió publicado el libro: “Evangelio pa´la Banda”, fruto del trabajo pastoral que el padre Federico Loos Lang y yo mismo realizamos con chavos banda del Estado de México, hace algunos años. La editorial San Pablo, que fue quien lo publicó, nos ha comentado que el libro se está vendiendo bien (aunque la finalidad no es económica) y tal vez sea presentado en la próxima Feria Internacional del libro de Guadalajara. El libro tiene un costo de $72.00 pesos y se puede encontrar en las librerías San Pablo de toda la República.
Comparto uno de los pasajes del libro, intitulado: “El juicio final”, inspirado de Mt. 25,31-46.
Era noviembre. Todo el personal había ido al panteón de Río Hondo (bajaron al río, los cabrones), para la misa por los que allí “simplemente están durmiendo.” Algunos estaban todavía descontrolados por la emoción, y le preguntaron a Jesús: “Oye, de veras, ¿crees que hay algo después de esta vida? ¿Cómo va a ser aquello del final?”
“Cincho que hay algo, les respondió. Al final el Jefe Machín va a apartar a los chingones de los chafas, como doña Cuca aparta los jitomates buenos de los podridos. A los chingones, les dirá: ‘Vengan, valedores, a disfrutar de la gran tocada y del refín preparado para ustedes con mucha anticipación. Porque cuando las tripas me chillaban de hambre, ustedes se mocharon con un taco. Mis labios estaban secos por la cruda, y ustedes me ofrecieron una chela y me alivianaron. Cuando llegué solo de mi pueblo, en su banda encontré una familia. El cabrón de mi esposo me corrió sin nada, y ustedes me vistieron y ayudaron. Enfermo de sida, sólo ustedes no se separaron de mí. Cuando estuve en el bote por robo, ustedes me fueron a ver y no me dejaron morir solo.”
Entonces los chingones le dirán: “No te capeamos tu rollo valedor, si hoy es la primera vez que te vemos. ¿Por qué dices que te hicimos el paro cuando te vimos jodido?” Y el Jefe Machín les responderá: “La neta, cuando alivianaron al más chingado de la banda, a mi mismo me alivianaron.”
Y después les dirá a los pinches cabrones chafas: “Apártense de mí, hijos de la chingada, porque mientras yo tenía hambre, ustedes se atascaban de comida. Cuando tuve sed, ni un pinche vaso de agua me corrieron. Yo era de otro barrio, y ustedes juntaron a la banda para darme en la madre. Sin chamba, andaba casi encuerado, y ustedes se burlaron de mí. Al decirles que estaba enfermo de sida, huyeron de mí como de un apestado. Cundo supieron que estaba encanado, no quisieron ir para no quemarse, y me dejaron morir solo.”
Entonces ellos poniendo la cara de pendejos, le preguntarán: “¿Por qué dices que nunca te hemos hecho el paro, si además nunca te hemos visto?” Y el Jefe Machín les responderá: “Les aseguro que cuando no alivianaron al más chingado de la banda, a mi tampoco me alivianaron.” Entonces los chingones entrarán de gorra a la tocada y al refín, pero los culeros que la cagaron, se quedarán afuera y se los llevará la tira”.