El Papa Francisco dijo este domingo, antes del rezo del Ángelus, que «cada bautizado está llamado a ofrecer a Jesús su propia fe, pobre, pero sincera, para que Él pueda seguir construyendo su Iglesia hoy, en todas partes del mundo», a propósito del Evangelio del día donde Pedro hace su profesión de fe en en Jesús como «el Cristo, el Hijo de Dios vivo».

El Santo Padre señaló que Jesús llama «bienaventurado» a Simón, puesto que reconoce en su fe un don especial del Padre, de ahí que le dice: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia».

El Santo Padre explicó que Jesús atribuye a Simón este nuevo nombre: «Pedro», que en su lengua suena «Cefas», palabra que significa «piedra». Y recordó que en la Biblia este término, «piedra», está referido a Dios. Mientras Jesús lo atribuye a Simón no por sus cualidades o méritos humanos, sino por su fe genuina y firme, que también nosotros debemos tener.

Y añadió que Jesús experimenta una gran alegría, porque reconoce en Simón la mano del Padre y la acción del Espíritu Santo que le ha dado una fe «fiable», sobre la cual el Señor podrá edificar su Iglesia, es decir su comunidad.
El Papa dijo también que el Señor tiene en su mente la imagen del construir, la imagen de la comunidad como un edificio. Por esta razón, cuando siente la profesión de fe genuina de Simón, lo llama «piedra», y manifiesta la intención de construir su Iglesia sobre esta fe.

Tal como sucedió de modo único en San Pedro, así sucede también en cada cristiano dijo Francisco, que madura una fe sincera en el Hijo del Dios vivo. De modo que este Evangelio también nos interpela a cada uno de nosotros. Porque si el Señor encuentra en nuestro corazón una fe, no perfecta, pero al menos sincera y genuina, entonces Él ve en nosotros piedras vivas con las cuales construir su comunidad.

El Papa Francisco agregó que de esta comunidad la piedra fundamental es Cristo; mientras Pedro es piedra, en cuanto fundamento visible de la unidad de la Iglesia. Y cada bautizado está llamado a ofrecer a Jesús su propia fe, pobre, pero sincera, para que Él pueda seguir construyendo su Iglesia hoy, en todas partes del mundo.

El Pontífice concluyó afirmando que en nuestros días «la gente» piensa que Jesús es un gran profeta, un maestro de sabiduría, un modelo de justicia. De ahí su invitación a que pensemos de qué modo responderemos a su pregunta: «¿Pero ustedes, quién dicen que soy yo?».

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