“En el hogar familiar, la persona se integra natural y armónicamente en un grupo humano, superando la falsa oposición entre individuo y sociedad. En el seno de la familia nadie es descartado: tanto el anciano como el niño hallan acogida”. Esto es parte del mensaje que el Papa Francisco envió a los participantes en el I Congreso latinoamericano de Pastoral Familiar, que se celebró en Panamá del 4 al 9 de agosto, bajo el lema “Familia y desarrollo social para la vida plena”.

Al defender a la familia, el Santo Padre señaló que más allá de sus “acuciantes problemas y de sus necesidades perentorias”, es un “centro de amor”, donde reina la ley del respeto y de la comunión, y que es “capaz de resistir los embates de la manipulación y de la dominación” de lo que define como “centros de poder mundanos”.

Francisco, citando la encíclica Benedicto XVI, Caritas in veritate, expresó que la familia constituye una gran “riqueza social” que aporta “estabilidad y fecundidad”. La estabilidad se debe a que las relaciones basadas en “el amor fiel, hasta la muerte”, como el matrimonio, la paternidad o la hermandad, se aprenden en el núcleo familiar. Por otro lado, la fecundidad se produce porque la familia, continúa, “amplía el horizonte de la existencia” a los individuos, generando “un mundo nuevo”.

“La familia nos hace creer, contra toda desesperanza y derrotismo, que una convivencia basada en el respeto y en la confianza es posible. Frente a una visión materialista del mundo, la familia no reduce el hombre al estéril utilitarismo, sino que da cauce a sus deseos más profundos” subraya Francisco, que concluye su mensaje a las familias invocando a la virgen de Guadalupe para que bendiga “a los hogares de América y los haga semilleros de vida, de concordia y de fe robusta, alimentada por el Evangelio y las buenas obras”.

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