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Dice la religiosa y teóloga brasileña Bárbara Bucker que la cita del Génesis: “hombre y mujer los creó”, afirma “el acto creador de Dios sobre el ser humano, que sólo existe en la mutua referencia de géneros” y que olvidarlo “lleva a la inhumanidad”.

Esta deshumanización se da cuando unas personas usan y abusan de las otras como si fueran sólo medios. Y, afirma, “eso ha sucedido con la mujer. La cosificación del género degrada a la persona abusada y a la que abusa, pues ambas pierden el sentido de la dignidad humana”.

Hablar de Dios desde la perspectiva femenina

La reflexión de Bárbara Bucker se inscribe en una iniciativa de revisión de los grandes temas de Aparecida –los ejes transversales­– promovida por la asociación teológica Amerindia y la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia, plasmada en el libro “La misión en cuestión. Aportes a la luz de Aparecida”.

Ahí, la teóloga señala que “si según el Génesis los dos géneros somos imagen y semejanza de Dios, son los dos los que deben hablar de Dios desde sus propias perspectivas”.

Indica que aunque la reflexión teológica desde las mujeres no fue promovida –y con ella se privó a la humanidad de la vivencia de imagen y semejanza de Dios que es propia de la mujer– durante siglos, hoy en día, tímidamente, han cambiado las cosas gracias a “la constancia y empeño de las mujeres que han asumido la teología como servicio al Pueblo de Dios. Ha sido un signo profético”.

A este respecto, Bucker valora los aportes de Aparecida, que señala: “antes que ser institución, la Iglesia es comunidad de hermanos y hermanas en la fe”. Y recuerda que en la práctica de la primitiva comunidad cristiana las mujeres tuvieron un protagonismo especial: “No eran ‘personal auxiliar’ para los discípulos enviados en misión: ellas escuchaban junto con los discípulos al Maestro”.

La experta en antropología teológica, resalta la praxis de Jesús frente a la mujer: “su conducta llamó la atención de sus propios discípulos. Defiende a dos mujeres pecadoras alabando la capacidad de amar por la gratitud ante el perdón mayor y salvando a la otra porque nadie está limpio para tirar la primera piedra. La samaritana vive en un tiempo muy breve la doble experiencia del discipulado y de la misión, anunciando a sus compatriotas la Buena Nueva de Jesús”.

Bárbara Bucker concluye diciendo que “la mujer que vive su identidad femenina busca sus caminos en la sociedad moderna. No podemos suprimir su papel tradicional vinculado a la maternidad ni su papel en la familia. La mujer seguirá siendo la persona más sensible a los valores del afecto y la protección de la vida. Pero también ganará nuevas perspectivas por su creciente participación en las funciones públicas…”

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