Por Francisco Xavier Sánchez |

El 15 de Septiembre en la noche se celebra la “independencia” de México. El mismo día se celebra igualmente la independencia en otros países de América Latina. Extraña coincidencia. Guatemala, El Salvador, Honduras, y Costa Rica la celebran el 15. Brasil una semana antes (el 7) y Chile unos días después (el 18). Septiembre, mes de festejos de algo que es muy difícil adquirir y sobre todo mantener, que es la independencia. La independencia no puede ser total, porque necesitamos de los otros tanto personal como socialmente. Sin embargo una cosa es la dependencia equitativa y fraterna, y que podríamos llamar “positiva” ya que nos permite crecer y enriquecernos con las diferencias; y otra la dependencia “desigual e injusta”, una dependencia “negativa” ya que nos mantiene en la sumisión y el estancamiento. Desgraciadamente en México (no hablo de los demás países hermanos, aunque en general se podría decir lo mismo) el gobierno ha privatizado (entre tantas otras cosas más) el ideal hermoso de la independencia, haciéndonos creer que porque ya no están los españoles en nuestro país ya somos libres y soberanos. La independencia es algo que se conquista durante muchos años y no basta una sola batalla.

  • Ser independientes es evitar que millones de mexicanos salgan de nuestro país en busca de un futuro mejor, porque sienten que en su tierra no hay futuro.
  • Ser independientes es poder explotar nosotros mismos nuestros recursos naturales sin tener que recurrir a concesiones con empresas extranjeras, porque nosotros no somos capaces de procesar nuestros propios productos.
  • Ser independientes es tener políticos maduros que vean la política como un servicio prestado a la nación y no como una manera de enriquecerse personalmente.
  • Ser independientes es permitir que todos los mexicanos gocemos de un salario justo, servicios médicos, y medios de comunicación veraces.

Mientras no tengamos todo lo anterior seguiremos viviendo una quimera. Un engaño hecho ideología política para celebrar que somos libres e independientes. Tomar alcohol, comer pozole, tirar cuetes y gritar: ¡Viva México! Un deseo de vivir que ahora más que nunca se vuelve grito angustiado ante un país moribundo cada vez más maniatado en lo referente a la justicia.

Con un enorme deseo de que realmente México viva y no sólo sobreviva.

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