Este domingo 28 de septiembre, el Papa Francisco celebró la Eucaristía por los ancianos, en el marco del Encuentro «La bendición de la más larga de la vida», que congregó a cerca de 50 mil adultos mayores, convocados por el Consejo Pontificio para la Familia. Con el Papa concelebraron cientos de sacerdotes ancianos procedentes de distintas partes del mundo. Además, durante el encuentro, se contó con la presencia del Papa emérito, Benedicto XVI.
Francisco señaló que «¡Todos estamos llamados a contrarrestar la cultura del descarte! ¡Los cristianos y las personas de buena voluntad construyamos una sociedad más humana!» Después de escuchar con atención y cordialidad algunos testimonios de ancianos y abuelos, en representación de las diversas realidades del mundo, el Papa Francisco agradeció también a los miles de participantes en esta fiesta, «nuestra fiesta», como dijo.
Una fiesta en familia, de encuentro, cercanía y oración, hizo hincapié el Santo Padre, destacando luego el testimonio de los hermanos que llegaron desde Erbil, Kurdistán iraquí, huyendo de una violenta persecución. Su presencia es un don para la Iglesia, afirmó, subrayando que la violencia contra los ancianos es inhumana, como la que se comete contra los niños. Y recordando que Dios nunca los abandona.
Tras señalar que la vejez es un tiempo de gracia, en el que el Señor llama a custodiar y transmitir la fe, el Obispo de Roma habló también de la importante tarea de los ancianos de ser memoria de las familias y pueblos. Pulmones de humanidad, que deben ser custodiados y cuidados, dijo también el Santo Padre enfatizando que nunca los hogares para los ancianos deben ser prisiones, donde se olvida y maltrata a los ancianos. Y poniendo en guardia contra el abandono y el descarte, verdadera eutanasia escondida y contra la cultura del descarte, que tanto daño le hace al mundo, recordó que un pueblo que no trata bien a los abuelos no tiene futuro, pierde la memoria y sus raíces.