La bondad de Dios «no tiene fronteras y no discrimina a nadie», dijo el Papa Francisco este domingo, antes del rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro. El Santo Padre reflexionó sobre el Evangelio de hoy de San Mateo, donde Dios, representado por un rey, invitó a participar a un banquete de boda a determinadas personas, pero algunos de ellos se mostraron indiferentes incluso fastidiados.
“Dios es bueno con nosotros, nos ofrece gratuitamente su amistad, su alegría, la salvación, pero muchas veces no recibimos sus dones, ponemos en primer lugar nuestras preocupaciones materiales, nuestros intereses”. A pesar de esto, el rey no suspende la fiesta e insiste con su invitación; señaló Francisco.
“El Evangelio, rechazado por alguien, encuentra una acogida inesperada en muchos otros corazones”. El Papa recordó que la bondad de Dios “no tiene fronteras y no discrimina a nadie: por ello el banquete de los dones del Señor es universal, para todos. A todos se les da la posibilidad de responder a su invitación”.
El Santo Padre recuerda que esto nos lleva a superar la tendencia de posicionarnos “cómodamente en el centro para abrirnos a las periferias, reconociendo que también quien está en los márgenes es objeto de la generosidad de Dios”. E insistió en que todos estamos llamados a “dilatar la Iglesia a las dimensiones del Reino de Dios”.