Por Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco |
Quiero expresar mi dolor y el de la Iglesia Católica por todas las secuelas que se han surgido, a partir de la tragedia de Iguala. Es preciso que veamos el dolor, también como una oportunidad para generar solidaridad con todos los que sufren y responsabilidad para que estas tragedias no vuelvan a suceder. Me dirijo, de manera particular, a las familias de los jóvenes estudiantes de la Nomal de Ayotzinapa, lo mismo que a sus directivos y alumnos, para expresarles este dolor y mi acompañamiento cercano en este momento de prueba. Sé que se han organizado para orar en la misma escuela por sus muertos y desaparecidos. La Arquidiócesis de Acapulco se suma a sus oraciones organizando una jornada de oración por la paz y por ustedes mismos. El Señor Jesús a través de Santiago Apóstol les hará llegar el consuelo y la esperanza que necesitan.
La tragedia que tuvo lugar en Iguala, con sus asesinados y desaparecidos ha derivado en una crisis con alcance político en el estado de Guerrero y ha visibilizado problemas que agobian a los guerrerenses y que necesitan ser abordados con toda responsabilidad por todos los actores sociales y políticos. En primer lugar, me preocupa el aumento de víctimas de las violencias en varias regiones del estado, que necesitan ser atendidas adecuadamente de acuerdo con lo establecido en la Ley General de Víctimas. Esto hace pensar en la necesidad de una Ley Estatal de Víctimas que asuma las tareas de justicia restaurativa que se requieren en estos casos. Los miles de crímenes que se han acumulado en los últimos años necesitan ser aclarados y se requiere la reparación del daño para sus familias.
Me preocupa también la desconfianza de la población hacia las instituciones públicas, que han mostrado su vulnerabilidad ante las organizaciones criminales, la cual va creciendo generando un profundo daño social y político. Es necesario pensar en la necesidad de una estrategia integral para recuperar la confianza saneando las instituciones, sobre todo las que se relacionan con la procuración y administración de justicia y la seguridad pública.
También quiero insistir en el llamado a las autoridades para que se realice la investigación completa de los hechos y se informe puntualmente a las víctimas y a la opinión pública de los avances de dicha investigación. A su vez, quiero hacer un llamado a todos a buscar cambios de colaboración y de corresponsabilidad, tanto desde la sociedad civil como desde la función de las autoridades, para buscar la paz en Guerrero, la paz que requiere de la justicia, de la reconciliación y de la solidaridad. La paz que implica perdón y atención, cercanía y acompañamiento a las víctimas. No conviene atizar odios ni ánimos de venganza, ni conviene que se quiera sacar provecho político o de otra índole del sufrimiento de tantas familias guerrerenses que necesitan nuestro apoyo y cercanía.