En la muerte, el justo se encuentra con Dios, que lo llama a sí para hacerle partícipe de la vida divina. Pero nadie puede ser recibido en la amistad e intimidad de Dios si antes no se ha purificado de las consecuencias personales de todas sus culpas. «La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos, que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia y de Trento».
De aquí viene la piadosa costumbre de ofrecer sufragios por las almas del Purgatorio, que son una súplica insistente a Dios para que tenga misericordia de los fieles difuntos, los purifique con el fuego de su caridad y los introduzca en el Reino de la luz y de la vida.
Los sufragios son una expresión cultual de la fe en la Comunión de los Santos. Así, «la Iglesia que peregrina, desde los primeros tiempos del cristianismo tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Jesucristo, y así conservó con gran piedad el recuerdo de los difuntos, y ofreció sufragios por ellos, «porque santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus pecados» (2 Mac 12,46)». Estos sufragios son, en primer lugar, la celebración del sacrificio eucarístico, y después, otras expresiones de piedad como oraciones, limosnas, obras de misericordia e indulgencias aplicadas en favor de las almas de los difuntos.
-Piedad Popular y Liturgia, Cap VII
Oramos por las almas del purgatorio. Las almas que están en el cielo no necesitan oraciones y a las almas que están en el infierno nos les valen porque su condena es irrevocable. Pero oramos por todos los difuntos porque no sabemos con certeza si están en el purgatorio, en el cielo o el infierno (a no ser que la persona haya sido declarada santa por la Iglesia. Ver: Canonización).
La mayoría de los cristianos que están apartados de la Iglesia Católica no creen en la doctrina del purgatorio y por lo tanto no oran por los difuntos.
La Biblia:
II Macabeos 12:44-46 «Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas si consideraba que una magnífica recompensa está reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado.»
(Los protestantes no tienen los libros de Macabeos porque Lutero los sacó de sus Biblias).
Mateo 12:32 «Quien hablare contra el Hijo del hombre será perdonado, pero quien hablare contra el Espíritu Santo no será perdonado ni este siglo ni en el venidero» Este pasaje da a entender que hay pecados que si son perdonados en el siglo venidero, después de muertos.
Fuente http://www.catolico.org/oraciones/sobre_oracion/difuntos.htm